jueves, 30 de abril de 2015

CON EL LEÓN...


El grupo aragonés Chachirulos XL ha hecho una canción dedicada al Real Zaragoza, y el estribillo puede que os suene.
Así que si quereis escucharla podeís descargarla de
https://archive.org/details/conelleon

o mirar más información del grupo en
 https://www.facebook.com/Cachirulos

ESPERANDO..



El previsible intercambio de golpes previo

  • Floyd Mayweather ya ha empezado a calentar el ambiente con insultos varios a Manny Pacquiao, su rival del sábado en el 'combate del siglo' en Las Vegas

Mayweather y Pacuiao posan junto a sus enternadores con el cinturón...
Con semejante lluvia torrencial de millones de por medio no podía faltar el intercambio de golpes previo, las frases cortas e hirientes y los vocablos simplistas al mentón, demostrando de alguna forma -y como manda el protocolo en estos casos- que existe un odio necesario entre los contendientes, que en el fondo quisieran arrancarse la cabeza el uno al otro para regocijo del personal.
Aunque en este caso, fue más Floyd Mayweather el que ejerció ese papel, pasando el ataque en un evento al que acudió para presentar la pelea, el llamado "Combate del siglo" frente al filipino Manny Pacquiao en la madrugada del 2 al 3 de mayo, con el escenario de fondo de siempre: el muy verde y colosal MGM casino y hotel de Las Vegas.
El púgil de Michigan se quejó de que su rival por tres títulos de los pesos welter no estuviera junto a él en el hotel de la ciudad del desierto cuatro días antes del combate. "Pacquiao debía haber estado aquí conmigo. Muchos patrocinadores y periodistas diferentes se unieron para hacer este acto posible, era la manera profesional de apoyar esto. El listón está siempre tan alto por Floyd Mayweather. Si no me presento a la 'Gran Llegada', estaría en la portada de las periódicos", dijo con su habitual tono ofensivo.
Después, se tiró a la piscina al considerarse "el púgil más inteligente", sacando pecho por estar invicto a sus 38 años y con cinco títulos de campeón del mundo en distintas divisiones. "Pacquiao es imprudente, con un plan de juego que tiene todo el mundo y que es dar un paso adelante y lanzar un montón de golpes. No ha funcionado en 19 años y 47 peleas", se vanaglorió el boxeador. Sin embargo, el sentir general es que el filipino despierta un temor inmenso en Mayweather y que solo ahora, en lo que muchos consideran como el ocaso de la carrera del de Kibawe, se ha atrevido a concederle la pelea, cuando las apuestas dan a Mayweather como favorito por 2 a 1.
Pacquiao es aparentemente la víctima en un combate con un bolsa de unos 260 millones de dólares para ambos contendientes -diversas fuentes hablan de 180 millones garantizados para Mayweather-, y de ahí su estrategia más pasiva, tranquilo a la espera de que suene la campana a las 8 de la noche del sábado en Las Vegas. "Me gusta ser la víctima porque mi instinto asesino está ahí y mi enfoque está ahí", dijo el boxeador de 36 años, que aseguró no estar nervioso en absoluto sino emocionado por lo que viene por delante, sin dejarse intimidar por el estilo más provocador de su rival. "No se pongan nerviosos por que sé que voy a ganar la pelea en el ring".
El resto de la conversación alrededor de la pelea tiene que ver única y exclusivamente con el vil metal, con las cifras mareantes y para muchos grotescas que se manejarán en la velada del sábado. La cadena CNN se tomaba con humor los 180 millones de dólares que convertirán a Mayweather en el boxeador más rico de la historia del deporte con un gráfico con sugerencias sobre cómo gastarse el dinero. Podrá elegir entre comerse 18 millones de hamburguesas en Fatburger, la cadena favorita del púgil, dar la vuelta al mundo 681 veces en el nuevo jet privado de los hoteles Four Seasons, comprarse 40 Lamborguini Veneno o asistir a 180 conciertos privados de Justin Bieber, entre otras opciones. Auténticas salvajadas, como casi todo lo tocante a este esperadísimo 'combate del siglo'.
 http://www.elmundo.es/deportes/2015/04/29/55412e11e2704e9a6d8b456b.html

Por un fútbol con delincuentes

Opinión

Basta ya de ser un aficionado de ópera, basta ya de calienta-sillas de estadio, basta ya de velatorios; el fútbol es una fiesta. Uno va al campo a dejarse la voz, a ser el jugador número 12, de lo contrario que se quede en casa. Aficionados de sillón ya hay muchos, no se necesitan más en las canchas.
El fútbol es un deporte con una atmósfera única, en la medida que los aficionados consigan crear ese ambiente. De lo contrario, se pierde ese poder de jugar en casa, esa magia de sentir el apoyo incondicional de los tuyos. Un estadio sin ambiente pasional es como un corazón que no late, como una voz muda. El fútbol es pasión y nadie me podrá convencer de lo contrario.
El aficionado de sillón es un germen que está matando lenta y dolorosamente a lo que hace único al fútbol, su pasión.
El fútbol en sí, no es más que un juego con una reglas definidas y una normativa clara (se supone). Un buen juego, sí, pero no deja de ser uno más de tantos. Lo que le hace diferencial al fútbol es el ambiente que se crea en él. Los vínculos de hermandad entre aficionados del mismo equipo es única, la masificación de este deporte está en el amor que se profesa a un desconocido que porta tus mismos colores.
Ahora, el concepto de aficionado modelo es aquel que se sienta en el estadio, sin interactuar con sus ‘hermanos’, sin alentar con su familia. Amebas del fútbol. Lo que parece estar bien es ser un aficionado silencioso, que se va antes de que acabe del partido sin molestar. Los alborotadores que portan bengalas, que cantan por encima de sus posibilidades, son tildados casi de delincuentes. Pues les diré una cosa, quiero delincuentes en el fútbol. Porque esos ‘delincuentes’ son el fútbol y no los que hacen negocios con la pasión, que de todo saben y de nada entienden. Por un fútbol con delincuentes.
 http://www.kaisermagazine.com/opinion-blog/futbol-aficionados-radicales-ultras/

miércoles, 15 de abril de 2015

CHAPAS


Ya a la venta el nuevo lote de  5 chapas a 2 euros.
Más información y pedidos en material.ligallo@hotmail.com

martes, 14 de abril de 2015

COMUNICADO LIGALLO


2015-04-10 Cese de animación.

De un tiempo a esta parte, animar al Real Zaragoza se ha convertido para nosotros en una actividad de riesgo y que, además, genera un alto grado de estrés. Nos someten a exhaustivos controles, nos quitan bufandas y pancartas, tenemos personas con una libreta anotando qué se canta y qué no, y de cuando en cuando, nos multan.
El pasado partido abandonamos la grada en solidaridad con un compañero que fue expulsado de La Romareda por vestir una sudadera de la marca Boy London.
Ayer, día 9 de abril, conocimos que se le propuso la siguiente sanción por aquellos hechos: “Multa de 3.001 euros y prohibición de acceso a los recintos deportivos por un periodo de seis meses a un aficionado que en el encuentro Zaragoza-Alcorcón (29.3.15) llevaba una sudadera con anagrama de apología nazi.”
La mencionada marca, podrá gustar más o menos. Para unos será de mal gusto, pera otros no. Podrá parecer más o menos hortera, o lo último en moda. Nosotros no pretendemos juzgarlo, pero lo que tenemos claro es que no es ninguna marca que haga apología del nazismo, si no más bien todo lo contrario y por lo tanto, tanto la policía, como después el club, han metido la pata hasta el fondo, y aun exponiéndoles la situación, se niegan a reconocerlo.
Nosotros empezamos a estar cansados de todo esto. Ya son muchos, muchísimos, los atropellos que hemos sufrido por la policía y, lo que más nos molesta, por el club al que sólo queremos animar. Y, puesto que ir a La Romareda para animar nos trae problemas y más problemas, en adelante, seremos unos espectadores más en La Romareda y nos limitaremos a “disfrutar” de los partidos. Exactamente como hacen el resto de aficionados. Para nada vamos a dejar de lado al equipo, en adelante seremos uno más.
 http://www.ligallo1986.com/noticia.php?id=193

SILENCIO SE JUEGA


UNA HISTORIA PARA LOS DE LA PLACA

El punk que retó al punk

BRENDA OTERO (LONDRES) 
 

http://elpais.com/diario/2010/11/05/tentaciones/1288984976_850215.html

Boy London fue la marca más cool de los ochenta. Y Boy George y Madonna, sus embajadores. Su polémico creador la resucita por auténtica petición popular.
 
 
La nueva etapa incluye un documental y la venta en la cadena Urban Outfitters. El resto depende del impaciente y vampírico Raynor. Lo seguro es que no volverá a llamar a ex musas como Boy George: "Solo me relaciono con adolescentes. Cuando alguien sabe lo que quiere, deja de interesarme. Quiero chupar carne fresca".
Vistió a adolescentes, estrellas del pop y asiduos al cuarto oscuro. Estampó camisetas con smileys y águilas nazis. BOY London, marca icónica de los ochenta, vuelve en busca de sangre nueva tras años en hibernación. Stephane Raynor, su calenturiento fundador, escurridizo y de edad indefinida, se autoproclama "anarquista".
Hoy está parapetado tras un portátil en Sick, su tienda y morada en el East End londinense. Le flanquean dos chicas muy jóvenes, pálidas y vestidas de negro. Una se pierde, para no volver, en el sótano de la tienda tras un punki, y unos chavales de 13 años preguntan por el precio de unas bicis (aunque desestiman comprarlas, porque valen 100 libras). Raynor se muestra entusiasmado: "Acabas de presenciar el porqué del renacimiento de esta marca: esos chicos que mezclan punk y hip-hop, que buscan el estilo original y lo aplican a la era moderna".
"Solo me relaciono con adolescentes. Quiero chupar sangre fresca"
Así es el movimiento habitual en Sick, un mugriento revoltijo de diseños BOY London (antiguos y nuevos), camisetas con logo falso de Chanel, ropa sin etiqueta, maniquíes, bicicletas y zapatos. "Hay que atreverse a entrar", explica Raynor. "Atraemos a gente rara y maravillosa. La tienda funciona como mi tela de araña para atrapar a mis víctimas y pervertirlas".
Trazar una historia lineal de la mutante BOY London es complicado. Comenzó a principios de los setenta, cuando Raynor vendía segunda mano a Malcolm McLaren (antes de que fuera manager de los Sex Pistols), convirtiéndose en uno de los precursores del auge vintage. En 1976 abrió la primera tienda BOY (a secas) en la Kings Road londinense. Billy Idol era su dependiente, y Sid Vicious, cliente habitual.
Junto a McLaren y Vivienne Westwood sentó las bases del punk. Pero Raynor se aburrió pronto y se pasó a los nuevos románticos, que utilizaban como sede el club londinense Blitz, donde, cuenta la leyenda, se denegó la entrada a Mick Jagger por ser demasiado viejo. En los ochenta quiso hacer streetwear y fundó BOY London, cuya tienda homónima exhibía fotos de los escarceos sexuales que sucedían en los probadores. Boy George hizo de la marca su uniforme, y Madonna y Pet Shop Boys le imitaron. Convirtió el smiley, el icono sonriente del acid house, en el emblema de sus camisetas, y BOY London se convirtió en un fenómeno de masas. Pero cuando los alocados ochenta se fundían con los depresivos noventa, la firma se inmoló: "No soy como Vivienne Westwood y Paul Smith, que perpetúan su firma. Yo me cargué la mía, le prendí fuego y no me importó una mierda".
Tras cerrar el negocio, Raynor se largó "a la playa dos años, me perdí en Ibiza". Quizá se escondía: "Todo terminó controlado por mafiosos. No lo enseñan en las escuelas como Saint Martins, pero la mafia dirige la moda. En cuanto empecé a ganar pasta ya estaban allí, hablando de pegar tiros".
Insiste en que no ha resucitado BOY London por dinero, que ha rechazado ofertas millonarias (como la de Philip Green, dueño de Topshop) y que ha vuelto por petición popular: "No lo forcé. Me estaba tirando a una chavalita japonesa en Francia. Ella me robaba cinta adhesiva de BOY y se la daba al DJ y artista Matthew Stone para que se la pegara en sus Martens. Gracias a las redes sociales, la cosa despegó".

FÚTBOL EN PIE

* Artículo extraído de la fantastica revista futbolera "Panenka"

 10 abril 2015   Escrito por Carlos Martin Rio

Cuando se cumple el 26º aniversario de la tragedia de Hillsborough, el debate sobre la reinstalación de las localidades de pie en los campos de fútbol del Reino Unido sigue estando a la orden del día.
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Los graderíos abarrotados de aficionados que seguían el partido de pie detrás de alguna de las porterías son uno de los signos más reconocibles del paisaje futbolístico del siglo XX. Antes de que las normativas de seguridad dictaran la obligación de cubrir con asientos la totalidad del aforo de los estadios –una regla que tiene, entre las grandes ligas europeas, la excepción del fútbol alemán-, la experiencia futbolística del hincha contaba con una serie de componentes que hoy no son más que vagos recuerdos. La nostalgia, siempre selectiva y demasiadas veces irreal, nos remite a imágenes de estadios que rugían y a grupos de jóvenes sudorosos que se podían permitir pasar una tarde en el fútbol sin la necesidad de hipotecar el resto de la diversión del fin de semana. Un espectáculo diseñado, a priori, por y para un pueblo que nunca hubiera imaginado que ese mismo cemento que desgastaba sus zapatillas mientras saltaba y se desgañitaba sería años después un territorio codiciado por aficionados menos apasionados o, directamente, por turistas. Hoy el fútbol es un espectáculo distinto en el que, salvo contadas excepciones, solo el gol merece que el espectador se levante de su asiento.
Cuando la tragedia de Hillsborough cumple 26 años, el debate sobre la reinstauración de las localidades de pie en el Reino Unido permanece en la agenda política y mediática. Aquel desastre, que sesgó la vida de 96 aficionados del Liverpool, víctimas de la pésima coordinación y organización en el acceso al fondo donde debían situarse para ver a su equipo jugar contra el Forest, fue el triste epílogo de una manera de ver y vivir el fútbol, a veces divertida, a veces fatigante, a veces peligrosa, quizás demasiado pasional, excesivamente humana. Después de aquel lamentable 15 de abril de 1989, los poderes públicos de Londres optaron por desterrar las localidades de pie de las principales categorías del fútbol británico. Años después, en 1998, la UEFA también adoptaría esta medida para sus competiciones.
La Federación de Aficionados de Fútbol de Reino Unido (FSF) lleva años liderando una campaña para introducir en los campos lo que ellos llaman, en inglés, Safe Standing, una manera de vivir los encuentros de pie que no va reñida con la seguridad y que se entiende como una vía responsable para devolverle a los campos esa ambientación que, consideran, hace tiempo que se ha perdido. Siguiendo el modelo alemán, se propone la instalación de asientos móviles que se puedan fijar o desfijar según convenga. El impresionante aspecto de las zonas más calientes de estadios como el del Borussia de Dortmund, donde los seguidores están de pie, es un punto a favor de los defensores de la incorporación de estas instalaciones. La iniciativa, según apuntan las encuestas, cuenta además con el favor de la mayoría de aficionados. En un estudio publicado por el Partido Conservador de Gales, sobre el que se ha hace eco este mes la revista When Saturday Comes, se ofrece una serie de datos reveladores: de los 2.364 hinchas que respondieron al cuestionario, el 82% preferiría ver el fútbol de pie antes que hacerlo sentado, mientras que el 97%, independientemente de cuáles sean sus preferencias, considera que se debería poder elegir entre ver el partido desde un asiento o hacerlo levantado, siempre y cuando se habiliten zonas correctamente adaptadas para cada caso. Casi el mismo porcentaje (96%) considera que ha llegado el momento de empezar a probar este nuevo tipo de acomodación.
Hoy el fútbol es un espectáculo distinto en el que, salvo contadas excepciones, solo el gol merece que el espectador se levante de la silla
Aunque la Premier League ha expresado en repetidas ocasiones que no tiene previsto pedir a las instituciones ningún cambio en este sentido, la propuesta de la FSF sí que cuenta con el beneplácito oficial de la Football League, que se muestra dispuesta a probar en la Championship (2ª División), su máxima categoría, este tipo de innovaciones. Con los estamentos deportivos caminando hacia un consenso, el balón está, pues, en el tejado de la política. En este sentido, es fácil imaginar que se saldrá con la suya el bando que prometa más votos –y más siendo 2015 un año de elecciones-. La Asamblea Nacional de Gales, el ente parlamentario autónomo de la nación del dragón, aprobó una moción para pedirle al gobierno de la Unión que permitiera las primeras pruebas piloto de zonas de pie seguras en su territorio, donde el fútbol ha crecido en importancia con la llegada a la élite del Cardiff City y, sobre todo, del Swansea City. Además, los Liberal Demócratas, la tercera fuera del Reino Unido, que se sitúa como alternativa en medio de la dicotomía entre Conservadores y Laboristas, ha incluido este asunto dentro de su ideario para los próximos comicios.
ESPERANZAS Y SENSIBILIDADES
El deseo de los aficionados que quieren ponerse de pie para animar a su equipo no solo responde a una forma de vivir el fútbol que hoy se les niega. En el trasfondo también entra en juego la oportunidad de acabar con una situación que, alegan, es discriminatoria. Al supporter, dicen, se le sigue viendo como un sujeto potencialmente peligroso ante el que cualquier medida de seguridad que se tome es poca. Mientras uno puede disfrutar de un partido de rugby o un concierto de rock sin necesidad de tomar asiento, a los aficionados al balompié se les obliga, por ley, a mantener un comportamiento determinado. Obviamente, esto no nace solo de la trivialidad de los legisladores; se incluye en un plan -que ha tenido una continuidad palpable a lo largo de los años- para atajar los problemas ocasionados por el fenómeno hooligan. Pero si unos y otros coinciden en afirmar que se han dado en los últimos años pasos muy positivos en pro de la erradicación de la violencia, quizás sea el momento de darle una nueva oportunidad al fútbol que se disfruta de pie. Al fin y al cabo, se trataría de adaptar y regular una situación que persiste de forma alegal. Clifford Stott, doctor de la Universidad de Leeds y uno de los mayores expertos europeos en la materia, lo resumía así para la BBC: “El fútbol se ha seguido viendo de pie en muchas zonas diseñadas para estar sentados, lo cual es mucho más peligroso que si se cambiara a un sistema de asientos móviles”.
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Pero este debate no es una simple discusión entre un grupo de aficionados y unos poderes políticos más o menos reticentes. Hay otras opiniones que tienen mucha relevancia, especialmente las de las familias que perdieron a sus seres queridos en Hilsborough. Aunque en la encuesta presentada en Gales cuatro de cada cinco aficionados del Liverpool estaban a favor de realizar estas pruebas piloto de Safe Standing, no todos aplauden los posibles cambios. “No entiendo por qué la gente quiere ir marcha atrás después de tantos pasos hacia adelante”, exponía Margaret Aspinall, miembro del grupo de apoyo a las familias de Hillsborough, en declaraciones a BBC Radio. “Hemos escuchado los argumentos [a favor de las localidades de pie], pero votamos por unanimidad que, para nosotros, no existen las ‘zonas de pie seguras’”, aseguraba.
Con tantas sensibilidades en juego y un modelo de negocio perfectamente asentado, especialmente en la Premier League, parece complicado que la composición de los graderíos británicos cambie en poco tiempo de una forma tan radical. Pero las asociaciones de aficionados seguirán insistiendo para que se escuche su voz, convencidos de que un fútbol en pie significaría mejores aforos, estadios mucho más ruidosos y precios más populares. Todos estos supuestos son meras hipótesis, fruto de la bienintencionada voluntad con la que nació el movimiento y del testimonio llegado desde los campos alemanes. Si algún día pueden ponerse en práctica, ya sea en la Premier o en la Primera División española, podremos comprobar hasta dónde llega la nostalgia y dónde empieza la cruda realidad.