Borrachos a 30.000 pies de altura
La gota que colmó la copa fueron los 30 pasajeros que hace apenas unas semanas se pelearon, destrozaron el mobiliario, insultaron a la tripulación, amenazaron con convertir el vuelo en un viaje suicida y simularon la violación de las azafatas del vuelo de Ryanair FR694 que unía las ciudades de Prestwick , en Escocia, y la isla de Ibiza.
La Guardia Civil abordó el avión cuando, milagrosamente, los pilotos lograron aterrizar en la isla tras amagar con un aterrizaje de emergencia en París, llevándose esposados al cuartelillo a cinco de sus pasajeros, y diez botellas de vodka como prueba.
La escena, con alguna que otra variación, se ha convertido en una práctica habitual de las últimas temporadas en los vuelos procedentes del Reino Unido e Irlanda con destino a la isla de Ibiza. Una situación que ha provocado que la aerolínea irlandesa Aer Lingus haya decidido 'motu proprio' declarar la ley seca como medida excepcional para su línea Dublín-Ibiza, según publica el Irish Sun.
La compañía ha añadido un registro extra a sus pasajeros para evitar que accedan al avión con alcohol adquirido en el duty free del aeropuerto de Dublín, algo que ya formaba parte indispensable del equipaje de mano de un gran número de sus clientes, en su mayoría jóvenes que viajan a la isla con intención de descorchar sus pasiones. "Hemos tenido que aplicar algunas medidas de seguridad adicionales en la puerta de embarque porque estamos teniendo bastantes problemas de conducta con algunos de los pasajeros que beben a bordo más de la cuenta", señala la compañía.
Los británicos Jonathan y Nicholas, ambos de 19 años, acabaron en los juzgados de Ibiza por levantarse de los asientos, bajarse los pantalones y los calzoncillos hasta los tobillos, y recorrer el pasillo del avión de una punta a otra durante las tres horas del vuelo de la compañía Jet 2 entre Newcastle e Ibiza. Debido a su elevado estado de embriaguez la tripulación tuvo serias dificultades para lograr que se mantuvieran en sus asientos.
"Normalmente, los pasajeros suelen embarcar con calma en el Reino Unido y raras veces se les impide el acceso", explican desde la compañía. El ambiente del avión, sin embargo, se va caldeando poco a poco a medida que se acercan a la que denominan 'isla de la fiesta', y empiezan a pedir a las azafatas las típicas botellitas de vodka, ginebra y whisky que aparece en los menús de todas las aerolíneas por algo menos de seis euros la copa.
Al llegar a la isla algunos casi no pueden mantenerse en pie en el control de pasaportes y son ayudados por sus compañeros, o hacen congas, o vomitan en el finger, o inician una pelea entre las cintas de equipaje, lo que obliga a los cuerpos de seguridad destacados en el aeropuerto a vivir en un estado de alerta permanente.
De hecho, muchas veces la Guardia Civil tiene serias dificultades para detener a los pasajeros. A uno de ellos, de 21 años y natural de Newcastle, no se le ocurrió otra cosa que tocarle los testículos, literalmente, al agente de la Guardia Civil que había entrado en el avión para detenerle, y abandonó la terminal forcejeando con los agentes al grito de "Fuck police" (Policía de mierda).
Otro británico, de 31 años, tras aterrizar en un vuelo nocturno de la compañía Thomson procedente de Newcastle, inició una fuerte discusión con otro pasajero del avión en la zona de aduanas. Cuando un guardia trató de disuadirle, el pasajero se abalanzó sobre él y lo lanzó contra una mesa que acabó partida por la mitad. Fueron necesarios cuatro agentes más para lograr reducirle.
Otras veces el trabajo es un poco más sencillo. Hace escasas semanas varios jóvenes fueron detenidos al aterrizar en un vuelo de Ryanair procedente de Dublín. Uno de los detenidos iba rodando por el suelo mientras una joven, también detenida y que parecía que había perdido parte de la ropa, caminaba agarrada del brazo de un Guardia Civil con cierta resignación y justificando lo que fuera que hicieran sus compañeros en el interior del avión.
"Ahora abrimos bolsas, maletas y requisamos todo el alcohol para impedir que accedan con él a bordo y evitar que molesten a los pasajeros o incluso creen problemas de seguridad", señalan desde Aer Lingus para justificar una medida que han implantado con carácter indefinido. Sin embargo, el famoso vuelo FR694 cargado con 30 hooligans había partido con media hora de retraso de Prestwick porque dos de los pasajeros se encontraban tan borrachos que se les impidió acceder a la aeronave, lo que no impidió los hechos ocurridos posteriormente.
"Lo del vuelo de Ryanair de este verano fue muy grave porque eran muchos y casi destrozan el avión", señala al Irish Sun un pasajero de Air Lingus, "pero algún día va a pasar algo grave si las demás compañías no toman las mismas medidas".
http://www.elmundo.es/elmundo/2013/09/04/baleares/1378308579.html
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