José María Serrano Sanz es un economista que comparte su pasión por la investigación y la edición con su amor al Zaragoza. En su biblioteca conversaba un delicioso documento: ‘Gran viaje deportivo turista a París del Real Zaragoza (Club Deportivo)’ que se realizó entre 1 y el 5 septiembre de 1927.
En París el equipo aragonés tenía dos partidos contra el Stade Français y el Red Stard Olimpic. La expedición salió de la estación del Arrabal el día uno en un tren especial y llegó a la capital del Sena a las diez de la mañana del día siguiente, tras varias paradas en Irún y Hendaya, y comidas “en cestas frías”. Hizo una visita al Arco del Triunfo “para depositar flores y coronas en la ‘Tumba del soldado desconocido”.
Ahora todo ese material -programas, folletos, entradas en el Centro Español; Heraldo actuaba de patrocinador- acaba de ser reeditado en una cuidada carpeta numerada, costeada por una docena de personas.
Los 400 seguidores estuvieron en el Louvre, oyeron una conferencia, escucharon jota y vieron bailar a Paquita Pagán, y fueron objeto de un banquete. E incluso visitaron la redacción de ‘L’auto’ y ‘L’intransigeant’. En el programa de mano se decía que “desde la Torre Eiffel se darán diariamente varios partes radiados para que en España sepan constantemente la marcha e incidentes de la excursión”.
Pepe Melero, Víctor Juan y el citado Serrano, tres forofos incondicionales del Zaragoza, recuerdan que esos aficionados del equipo ya intentaron conquistar París.
La pasión por el fútbol empieza por lo pequeño, por lo cercano: el Real Zaragoza siempre ha tenido aficionados, sueños, y ha mirado al mundo, como el mundo miró al Real Zaragoza hace ahora quince años cuando Mohamed Ali Amar, ‘el elegido’, marcó aquel gol inolvidable.
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