Nuestros "vecinos" siguen su particular campaña de catalanismo y ahora le toca al Aneto y al Vallibierna ser parte del imperio catalán.
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Desde aquí queremos dar a conocer una pequeña historia entre los piques entre montañeros catalanes y aragoneses que se han suscitado en ese emblematico pico.
LA CRUZ Y LA VIRGEN DEL PILAR EN EL ANETO.
En los años 50, la devoción mariana en Zaragoza tiene un momento de eclosión. La impuesta religiosidad estatal se mezcla con el tradicional fervor de la capital del Ebro hasta el punto en que es difícil discernir entre la fe real y la impuesta. Estos años en Zaragoza tienen a la Virgen del Pilar más que nunca como un estandarte del catolisimo y la hispanidad, asociándose religión y estado de la misma manera que se hacía en el antiguo régimen. La primera ofrenda de flores se realiza en 1958 con el impulso del alcalde Gómez Laguna, pero antes de eso la fiebre pilarista ya se había instalado en la mentalidad montañera zaragozana. La devoción también se extendería unos pocos años más tarde a la Virgen del Mallo en Riglos.
En 1956 se realizó la entronización de la Virgen del Pilar en el Aneto. Todo surgió por un hecho del que nunca se ha terminado de aclarar si fue inocente o malintencionado: la instalación de la cruz en la cumbre del Aneto por parte de los montañeros catalanes en la celebración del 75 aniversario del CEC. A los aragoneses del momento no sentó nada bien ese hecho; ¿qué sentido tenía una celebración catalana en una cima aragonesa? Las reclamaciones aragonesas por la titularidad del refugio de la Renclusa estaban en auge y la reivindicación de la supuesta propiedad del Aneto nunca ha sido disimulada desde diversos ámbitos de la vida política, social y deportiva de Cataluña.
En la cruz, objetivamente, no existía ningún tipo de reivindicación; sólo el ofertorio de la exaltación de la Santa Cruz escrito en latín "protege, domine, plebem tuam, per signum sanctae crucis" (protege, Señor, a tu pueblo por la señal de la Santa Cruz) da una nota literaria al símbolo y no cabe lugar para segundas interpretaciones; el caso es que en Aragón esa cruz sentó mal y como no era cuestión echar la cruz abajo, se buscó dar la vuelta a la tortilla colocando un símbolo que reivindicara el aragonesismo -llevando implícita la españolidad- del Aneto.
Así pues, el 14 de agosto de 1956 fue la fecha en la que la Virgen del Pilar se entronizó en el Aneto. La logística y la intención fue clara: superar la otra obra. Si los catalanes llevaron 90 kilos de peso con la cruz, los aragoneses llevaron 600 kilos con el pedestal y la Virgen; si fueron 80 los catalanes que colaboraron con la colocación de la cruz, los aragoneses llegaron hasta los 400; si los catalanes oficiaron una misa, los aragoneses tres. En fin, el colmo del esperpento religioso y patriota.
Malas épocas ha pasado la cruz en el Aneto. Ya en los años 60 unas rachas de viento arrancaron la cruz de su sitio, siendo recolocada al poco tiempo de ser encontrada. En mayo del 99 la historia se repitió con voladas de aire de más de 200 kilómetros por hora y cuando se halló, volvió a colocarse en la cumbre de nuevo.
A la Virgen le ha pasado algo parecido: en 1986 fue decapitada y restituida la imagen por otra nueva, pero en el verano de 1999 -buen año para la iconoclasia- volvió a desaparecer siendo encontrada por Hipólito Maeso a los pocos días mientras estaba enfrascado en su proyecto de los tresmiles en un mes.
Muy curiosa la noticia la verdad.
ResponderEliminarYo estuve en La Molina hará algo así de un año y estuve en el Hotel Adserà, os lo recomiendo 100%
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Muy buen post.
Saludos!