Roberto fue principio y fin del Zaragoza en Vallecas, donde detuvo un penalti y sacó varias manos definitivas El guardameta es la única pieza que funciona en el equipo
El Real Zaragoza se agarró al punto como si fuera el premio gordo de la tómbola. Lo fue, desde luego. Si le hubieran regalado un gol en el área rival, habría sido el de Navidad. Pero al Zaragoza ahora no le da ni para comprar lotería. No le puede tocar, claro. Visto el partido, era difícil pensar que el conjunto de Aguirre fuese a ser capaz de sacar un empate de Vallecas jugando ese fútbol tan hosco, tan desabrido, tan malo. Lo consiguió gracias a Roberto, el extraordinario guardameta que ha vuelto a casa para sacar a relucir sus múltiples cualidades, otra vez. Ni una pega a su actuación, coronada en los últimos 20 minutos al desviar un penalti lanzado por Javi Fuego y sacar una gran mano en un malintencionado cabezazo de Delibasic.
Roberto es lo mejor que ha llegado a Zaragoza este verano, lo mejor que hay. Parece como si nunca se hubiese ido. Lo hizo hace poco más de un año, cuando el Benfica lo conquistó para premiar los extraordinarios cuatro meses que había completado en el equipo aragonés. Pero Portugal se convirtió en un camino tortuoso para el madrileño, que prácticamente desde el primer día recibió duras críticas por parte de la prensa local. Poco a poco, el peso de la detracción fue cayendo en su contra. Llegó a Lisboa un punto fuera de forma y lo pagó de largo. Cuando el equipo arrancó, las dudas iniciales le habían dejado sin margen de error. No había vuelta atrás, estaba sentenciado.
El propio jugador lo explicó concisamente en su segunda presentación como jugador del Zaragoza: "Lo que ha ocurrido ahora es lo que debería haber sucedido la pasada temporada". Zaragoza es su casa, el lugar donde emergió. Un flechazo que funciona, que va para amor duradero. Se asemeja a lo que tantas veces ha dicho Esnáider sobre sus dos etapas en el club aragonés. En las dos triunfó, en ambas ofreció los mejores momentos de su carrera como futbolista. ¿Por qué? Es difícil averiguarlo, pero al Zaragoza le garantiza un presente.
Roberto fue ayer decisivo, definitivo, el mejor. Sin él, el Zaragoza no habría sumado su primer punto. Sin él, este equipo no sería nada. Lo poco que es, desde luego, se lo debe a este portero, un gigante que ya sobresalió ante el Madrid. Y pelea casi solo. No le ayuda en absoluto su defensa, ni por el centro ni por las bandas. En la derecha, por ejemplo, tiene abierta una enorme vía. Juárez parece un marciano recién caído. Está en el lateral y se mueve a su aire. De vez en cuando acierta con el compás general. Es el ejemplo perfecto de este Zaragoza inestable y despistado, empeñado un año más en sonrojar a los suyos. Lo consigue. Claro que si no fuera por Roberto, el asunto estaría muchísimo peor.
Un porterazo, nada más ( El Periódico de Aragón - 12/09/2011 )
El Real Zaragoza se agarró al punto como si fuera el premio gordo de la tómbola. Lo fue, desde luego. Si le hubieran regalado un gol en el área rival, habría sido el de Navidad. Pero al Zaragoza ahora no le da ni para comprar lotería. No le puede tocar, claro. Visto el partido, era difícil pensar que el conjunto de Aguirre fuese a ser capaz de sacar un empate de Vallecas jugando ese fútbol tan hosco, tan desabrido, tan malo. Lo consiguió gracias a Roberto, el extraordinario guardameta que ha vuelto a casa para sacar a relucir sus múltiples cualidades, otra vez. Ni una pega a su actuación, coronada en los últimos 20 minutos al desviar un penalti lanzado por Javi Fuego y sacar una gran mano en un malintencionado cabezazo de Delibasic.
Roberto es lo mejor que ha llegado a Zaragoza este verano, lo mejor que hay. Parece como si nunca se hubiese ido. Lo hizo hace poco más de un año, cuando el Benfica lo conquistó para premiar los extraordinarios cuatro meses que había completado en el equipo aragonés. Pero Portugal se convirtió en un camino tortuoso para el madrileño, que prácticamente desde el primer día recibió duras críticas por parte de la prensa local. Poco a poco, el peso de la detracción fue cayendo en su contra. Llegó a Lisboa un punto fuera de forma y lo pagó de largo. Cuando el equipo arrancó, las dudas iniciales le habían dejado sin margen de error. No había vuelta atrás, estaba sentenciado.
El propio jugador lo explicó concisamente en su segunda presentación como jugador del Zaragoza: "Lo que ha ocurrido ahora es lo que debería haber sucedido la pasada temporada". Zaragoza es su casa, el lugar donde emergió. Un flechazo que funciona, que va para amor duradero. Se asemeja a lo que tantas veces ha dicho Esnáider sobre sus dos etapas en el club aragonés. En las dos triunfó, en ambas ofreció los mejores momentos de su carrera como futbolista. ¿Por qué? Es difícil averiguarlo, pero al Zaragoza le garantiza un presente.
Roberto fue ayer decisivo, definitivo, el mejor. Sin él, el Zaragoza no habría sumado su primer punto. Sin él, este equipo no sería nada. Lo poco que es, desde luego, se lo debe a este portero, un gigante que ya sobresalió ante el Madrid. Y pelea casi solo. No le ayuda en absoluto su defensa, ni por el centro ni por las bandas. En la derecha, por ejemplo, tiene abierta una enorme vía. Juárez parece un marciano recién caído. Está en el lateral y se mueve a su aire. De vez en cuando acierta con el compás general. Es el ejemplo perfecto de este Zaragoza inestable y despistado, empeñado un año más en sonrojar a los suyos. Lo consigue. Claro que si no fuera por Roberto, el asunto estaría muchísimo peor.
Un porterazo, nada más ( El Periódico de Aragón - 12/09/2011 )
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