EXTRAÍDO DEL FANTÁSTICO BLOG http://clubdeboxeopaulinouzcudun.blogspot.com
Querían liberar el territorio de la Santa Rusia. Querían parar los pies malolientes y mojar la oreja sorda del comunismo. (…) Fue la última vez que España entró con decoro en Europa. Inmediatamente después empezó la gran bajada de calzones. Y así hasta ahora.
Prólogo de Fernando Sánchez Dragó[1] al libro “Los Prisioneros” de Fernando Vadillo.
Toda epopeya necesita de alguien que la escriba. Máxime cuando la misma es condenada al olvido inmediatamente después de haberse producido. Ese fue el sino de la División Azul, cuya existencia ya en 1945 resultaba incómodo para las autoridades de aquel entonces y se prefirió correr un opaco velo de silencio, prohibiéndose incluso escribir sobre la misma. Sin embargo los divisionarios no se resignaron, empezándose a agrupar en torno a las Hermandades de Voluntarios, y rememorando ellos mismos la gran gesta divisionario.
De entre el prolífico batallón literario de la División[2] destaca por derecho propio Fernando Vadillo Ortiz de Guzmán. Alavés de arraigado sentimiento español nació en Armentia en julio de 1923. A los 17 años se alistó en la División Azul; pero antes ya había combatido con la Bandera Móvil de la Falange aragonesa durante la guerra civil española. Fernando Vadillo ha dejado escritos en sus 8 libros de temática divisionaria (lo que suponen más de 5.000 páginas) la más acabada descripción de la gesta divisionaria, siendo sus textos unánimemente reconocidos por lo detallado, minucioso, amplio y prolijo de sus datos y por su formidable calidad literaria, sirviendo de base de casi todos los estudios científicos y académicos desarrollados sobre la División Azul.
Nunca gozaron las obras sobre la División Azul de apoyo oficial, nunca se editaron bajo ningún régimen político con dinero público libros divisionarios, pero los lectores siempre respondió con gran pasión a todo lo publicado sobre la misma. Fernando Vadillo escribió sobre la División Azul en todas las épocas, desde los años cincuenta hasta 1999, siempre con gran éxito editorial y sin complejos de ningún tipo. Era tan grande su talento y su profesionalidad que su significación divisionario jamás le cerró ninguna puerta en los diversos ámbitos en los que escribía.
Y es que si Fernando Vadillo fue el gran cronista de la División Azul su espíritu libre y polifacético, y su dominio de las letras hispanas le llevaron a cultivar la crónica periodística, la poesía, la novela, la pintura y, sobre todo, el boxeo. A los catorce años ya colaboraba en “El Pensamiento Alavés” de Vitoria, le editaron un libro de poesías “Jirones de Azul” y una biografía del poeta vitoriano Herminio Medinabeitia. Después colaboraría con múltiples periódicos de toda España, especialmente AS, MARCA y “La Voz de España”, de San Sebastián. En pintura destaco como retratista (le abrió las puertas de la fama el retrato del torero Rafael Albaicín) y paisajista de factura clásica, exponiendo en salas de toda Europa.
Fernando Vadillo fue uno más de los muchos divisionarios relacionados con el mundo del boxeo, de entre los que destacan nombres como Gregorio Zamalloa, Manuel Villuendos o Primitivo Benavente. Como boxeador en el peso ligero realizó veinte combates, ganándolos todos menos uno. Su conocimiento del mundo del boxeo le facilita el ingreso como jefe de la sección dedicada a este deporte en el rotativo MARCA, desde donde pasa al AS en 1967. Autor del más importe libro sobre boxeo de su época, “Doce cuerdas” (1949), así como del ensayo “Boxeo y mafia” (1981) y de miles de crónicas pugilísticas, obtuvo el galardón de “mejor periodista del mundo en lengua hispana” otorgado por el WBC (Consejo Mundial de Boxeo) en 1986. Dejó también escrita una de las más completas biografías deportivas sobre su amigo y camarada Paulino Uzcudun titulada “El coloso de dos continentes” (84 páginas, ediciones MARCA 1954).
Se puede decir que a Fernando Vadillo le cupo el honor de narrar dos grandes epopeyas: la divisionaria, y la de la edad de oro del boxeo español. Sin sus crónicas el boxeo de aquellos años nunca habría gozado de la popularidad que tuvo. Preguntado en una ocasión por el periodista Antonio Salgado sobre la “confección” del boxeador perfecto respondió Fernando Vadillo:
—Ahí va: que posea el fondo de Paulino Uzcudun, la inteligencia de Ignacio Ara, el corazón de Luís Romero y la pegada de Young Martín.
El entrevistador terminó apostillando:
—Eso es un “monstruo”, Vadillo...
José Luis Garci, nuestro más importante director de cine, dejó escrito en el diario AS en 1987 con ocasión de sus cincuentas años de crónicas pugilísticas:
Fino estilista
Yo conocí a Vadillo en el bar de Mickey Walter, ya saben, entre la Octava Avenida y la Calle 50, a dos pasos del Garden. Le vi por primera vez en el Gas, yo desde la grada, él en la primera fila de ring: gafas oscuras, traje claro, bolígrafo y cuartillas. A su lado, me parece, Manolo Alcántara, world champión del artículo corto. La división reina del periodismo. Quizá estuviera con ellos Ignacio Aldecoa, no le distinguí, observando el cuadrilátero con aquel gesto de tristeza -o de piedad- a lo Clifford Odets.
Fernando Vadillo era una estrella. Mejor dicho: era una leyenda para los aficionados. Nos recordaba bastante el Bogart de “Más dura será la caída“.
Cincuenta años escuchando la campana '¡Segundos, fuera!', viendo arrojar toallas arrugadas, escuchando jadeos, sonar de mocos, contemplando sangre que mana de cejas tan débiles ya como el papel Abadie, admirables gladiadores con rostro de medallón desenterrado. Cincuenta años, Fernando, escribiendo en horas límite mientras la ciudad sueña.
Decía Archie Moore: "Muéstrame un boxeador que no tenga miedo. No existe". Por eso son tan valientes. Pero esto último es tuyo, lo has escrito tú muchas veces, Fernando.
[1] Fernando Sánchez Dragó Premio Nacional de Literatura en 1979 (entre otros galardones) fue militante comunista durante el franquismo, sufriendo por ello siete años de cárcel y posterior exilio. Su padre, periodista republicano, fue fusilado por el bando nacional. Lejos de todo sectarismo siempre defendió y apreció la gesta de la División Azul en Rusia.
[2] Al margen de la historia burocrática y puramente militar de la División Azul quedan las crónicas escritas en primera persona por muchos de los más de 20.000 voluntarios de la misma. Existen más de 200 libros sobre la División escritos por los propios voluntarios.
Víctor Arnedo
Querían liberar el territorio de la Santa Rusia. Querían parar los pies malolientes y mojar la oreja sorda del comunismo. (…) Fue la última vez que España entró con decoro en Europa. Inmediatamente después empezó la gran bajada de calzones. Y así hasta ahora.
Prólogo de Fernando Sánchez Dragó[1] al libro “Los Prisioneros” de Fernando Vadillo.
Toda epopeya necesita de alguien que la escriba. Máxime cuando la misma es condenada al olvido inmediatamente después de haberse producido. Ese fue el sino de la División Azul, cuya existencia ya en 1945 resultaba incómodo para las autoridades de aquel entonces y se prefirió correr un opaco velo de silencio, prohibiéndose incluso escribir sobre la misma. Sin embargo los divisionarios no se resignaron, empezándose a agrupar en torno a las Hermandades de Voluntarios, y rememorando ellos mismos la gran gesta divisionario.
De entre el prolífico batallón literario de la División[2] destaca por derecho propio Fernando Vadillo Ortiz de Guzmán. Alavés de arraigado sentimiento español nació en Armentia en julio de 1923. A los 17 años se alistó en la División Azul; pero antes ya había combatido con la Bandera Móvil de la Falange aragonesa durante la guerra civil española. Fernando Vadillo ha dejado escritos en sus 8 libros de temática divisionaria (lo que suponen más de 5.000 páginas) la más acabada descripción de la gesta divisionaria, siendo sus textos unánimemente reconocidos por lo detallado, minucioso, amplio y prolijo de sus datos y por su formidable calidad literaria, sirviendo de base de casi todos los estudios científicos y académicos desarrollados sobre la División Azul.
Nunca gozaron las obras sobre la División Azul de apoyo oficial, nunca se editaron bajo ningún régimen político con dinero público libros divisionarios, pero los lectores siempre respondió con gran pasión a todo lo publicado sobre la misma. Fernando Vadillo escribió sobre la División Azul en todas las épocas, desde los años cincuenta hasta 1999, siempre con gran éxito editorial y sin complejos de ningún tipo. Era tan grande su talento y su profesionalidad que su significación divisionario jamás le cerró ninguna puerta en los diversos ámbitos en los que escribía.
Y es que si Fernando Vadillo fue el gran cronista de la División Azul su espíritu libre y polifacético, y su dominio de las letras hispanas le llevaron a cultivar la crónica periodística, la poesía, la novela, la pintura y, sobre todo, el boxeo. A los catorce años ya colaboraba en “El Pensamiento Alavés” de Vitoria, le editaron un libro de poesías “Jirones de Azul” y una biografía del poeta vitoriano Herminio Medinabeitia. Después colaboraría con múltiples periódicos de toda España, especialmente AS, MARCA y “La Voz de España”, de San Sebastián. En pintura destaco como retratista (le abrió las puertas de la fama el retrato del torero Rafael Albaicín) y paisajista de factura clásica, exponiendo en salas de toda Europa.
Fernando Vadillo fue uno más de los muchos divisionarios relacionados con el mundo del boxeo, de entre los que destacan nombres como Gregorio Zamalloa, Manuel Villuendos o Primitivo Benavente. Como boxeador en el peso ligero realizó veinte combates, ganándolos todos menos uno. Su conocimiento del mundo del boxeo le facilita el ingreso como jefe de la sección dedicada a este deporte en el rotativo MARCA, desde donde pasa al AS en 1967. Autor del más importe libro sobre boxeo de su época, “Doce cuerdas” (1949), así como del ensayo “Boxeo y mafia” (1981) y de miles de crónicas pugilísticas, obtuvo el galardón de “mejor periodista del mundo en lengua hispana” otorgado por el WBC (Consejo Mundial de Boxeo) en 1986. Dejó también escrita una de las más completas biografías deportivas sobre su amigo y camarada Paulino Uzcudun titulada “El coloso de dos continentes” (84 páginas, ediciones MARCA 1954).
Se puede decir que a Fernando Vadillo le cupo el honor de narrar dos grandes epopeyas: la divisionaria, y la de la edad de oro del boxeo español. Sin sus crónicas el boxeo de aquellos años nunca habría gozado de la popularidad que tuvo. Preguntado en una ocasión por el periodista Antonio Salgado sobre la “confección” del boxeador perfecto respondió Fernando Vadillo:
—Ahí va: que posea el fondo de Paulino Uzcudun, la inteligencia de Ignacio Ara, el corazón de Luís Romero y la pegada de Young Martín.
El entrevistador terminó apostillando:
—Eso es un “monstruo”, Vadillo...
José Luis Garci, nuestro más importante director de cine, dejó escrito en el diario AS en 1987 con ocasión de sus cincuentas años de crónicas pugilísticas:
Fino estilista
Yo conocí a Vadillo en el bar de Mickey Walter, ya saben, entre la Octava Avenida y la Calle 50, a dos pasos del Garden. Le vi por primera vez en el Gas, yo desde la grada, él en la primera fila de ring: gafas oscuras, traje claro, bolígrafo y cuartillas. A su lado, me parece, Manolo Alcántara, world champión del artículo corto. La división reina del periodismo. Quizá estuviera con ellos Ignacio Aldecoa, no le distinguí, observando el cuadrilátero con aquel gesto de tristeza -o de piedad- a lo Clifford Odets.
Fernando Vadillo era una estrella. Mejor dicho: era una leyenda para los aficionados. Nos recordaba bastante el Bogart de “Más dura será la caída“.
Cincuenta años escuchando la campana '¡Segundos, fuera!', viendo arrojar toallas arrugadas, escuchando jadeos, sonar de mocos, contemplando sangre que mana de cejas tan débiles ya como el papel Abadie, admirables gladiadores con rostro de medallón desenterrado. Cincuenta años, Fernando, escribiendo en horas límite mientras la ciudad sueña.
Decía Archie Moore: "Muéstrame un boxeador que no tenga miedo. No existe". Por eso son tan valientes. Pero esto último es tuyo, lo has escrito tú muchas veces, Fernando.
[1] Fernando Sánchez Dragó Premio Nacional de Literatura en 1979 (entre otros galardones) fue militante comunista durante el franquismo, sufriendo por ello siete años de cárcel y posterior exilio. Su padre, periodista republicano, fue fusilado por el bando nacional. Lejos de todo sectarismo siempre defendió y apreció la gesta de la División Azul en Rusia.
[2] Al margen de la historia burocrática y puramente militar de la División Azul quedan las crónicas escritas en primera persona por muchos de los más de 20.000 voluntarios de la misma. Existen más de 200 libros sobre la División escritos por los propios voluntarios.
Víctor Arnedo
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