martes, 13 de enero de 2015

ESTADO DE NERVIOS

Estado de nervios

Lolo se niega a comparecer ante los medios y la afición despliega pancartas en el entrenamiento

  • Lolo se monta en el coche, ayer por la mañana en la Ciudad Deportiva. - Foto: ÁNGEL DE CASTRO
    Lolo se monta en el coche, ayer por la mañana en la Ciudad Deportiva. - Foto: ÁNGEL DE CASTRO

La dolorosa derrota de Las Palmas ha dejado secuelas bien visibles en el Real Zaragoza. El remanso de paz, sin duda de ilusión, que había sido el club aragonés desde que la Fundación Zaragoza 2032 tomó las riendas el pasado mes de julio, pasó a ser estado de nerviosismo por unas horas. Se había traslucido de alguna manera en algunas declaraciones posteriores al partido, pero le puso forma Lolo antes de que empezara la mañana en la Ciudad Deportiva. El andaluz, que había sido elegido por el club para que compareciera ante los medios a las 11.30 horas, antes de que comenzara el entrenamiento, decidió no presentarse en la sala de prensa aduciendo que no le habían gustado las críticas que había recibido por parte de algunos medios.
Así lo comunicó Miguel Pérez, uno de los responsables de comunicación, pasados unos minutos de la hora de la cita. Curiosamente, en ese periodo de espera, un nutrido grupo de periodistas valoraba justamente la postura de Lolo, su valentía para dar la cara después de un encuentro tan desastroso como el del domingo. No fue así. No solo no apareció para poner normalidad a la derrota, asunto común en el deporte, sino que prendió una llama que no existía.
En fin, se anunció que ningún futbolista comparecería ante los medios, se pidió perdón y se dio paso al entrenamiento, que debía haber comenzado a las 12.00. Tampoco fue así. Eran casi las 12.30 cuando Ranko Popovic y sus jugadores salieron del vestuario para dar las primeras carreras de la mañana, después de una charla, más bien monólogo, en la que el técnico habló del mal momento. No fue casualidad que señalara a sus hombres tras la derrota ante el Valladolid, con esa insólita rendición, ni que insistiera en Las Palmas, donde les reprochó su actitud.
Cuando acabaron las palabras, llegaron los hechos. Mientras los futbolistas echaban a correr, una decena de aficionados cruzaba la pasarela que da acceso desde el aparcamiento para colgar pancartas en las vallas que protegen el campo. Después de la decisión de Lolo, permitida por el club, llegaba otro síntoma claro de que la calma se acabó en el Zaragoza, al menos durante unas horas. Víctor Muñoz fue despedido aprovechando tres tropiezos y un desmán y la llegada de Popovic sirvió para reconducir la ilusión, con resultados además de discurso. Para algunos, a la vista está, la paciencia se acabó en Las Palmas el domingo, por la derrota, por la imagen, por la constatación de que su equipo, salvo milagro, tampoco ascenderá este año directamente.
El Zaragoza es noveno en la tabla, una situación difícilmente digerible para la afición si se piensa en el equipo aragonés como uno de los candidatos al ascenso. Peor resiste la comparación con su historia, de la que no se puede separar. Los seguidores zaragocistas se siguen identificando con periodos célebres como los Magníficos, los Zaraguayos o la Recopa, salpicados por otras magníficas temporadas. Precisamente a uno de esos ciclos se refirió la primera de las pancartas extendidas: «50 años después los Magníficos se avergonzarían de vosotros». Los futbolistas, tan nuevos, miraban y se miraban. Pocos podían creer que su rendimiento derivase en eso. Al poco salió la segunda: «Vuestra desidia, nuestra vergüenza». Lolo, por cierto, no estaba. Ni se vistió. Salió del vestuario vestido de calle y se marchó a hacer pruebas médicas antes de que a José Ignacio Soler, director de la cantera, le informaran de la situación y ordenase retirar los lemas. A las 12.40 un empleado del club se acercaba hasta los aficionados para pedirles que retiraran las pancartas. Luego llegó Soler, con más empleados, y se entabló una negociación. Cuando la Guardia Civil se acercaba hasta las instalaciones zaragocistas, los seguidores accedían a marcharse. A las 12.55 se acababa el primer asomo de crisis.

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