* O como aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid para acabar contra toda voz discordante.
La pancarta de la discordia en las gradas del Sánchez Pizjuán.
EVA CAÑIZARES RIVAS/JOSÉ LUIS PÉREZ TRIVIÑO
Observen la pancarta de la imagen. En ella puede apreciarse el
siguiente texto: "Queridos Reyes Magos, solo os pedimos: llevaos a Tebas
de nuestro fútbol".
A priori no da la impresión de resultar ofensiva. Más bien parece lo que es, una crítica, con cierta dosis de humor, sobre de la gestión del máximo mandatario de la LFP, en un sano ejercicio de crítica por parte de aficionados al fútbol.
Sucedió el pasado 3 de enero en el estadio Sánchez-Pizjuán. Apenas dos semanas después, la Comisión Permanente de la Comisión Estatal contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte, acuerda solicitar al Sevilla FC información acerca de la permanencia de dicha pancarta durante todo el partido y, lo que es más sorprendente, amparándose en la obligación establecida en el artículo 3.2.i) de la Ley 19/2007, es decir, la que persigue garantizar que los espectáculos no sean utilizados para difundir o transmitir mensajes o simbología que, pese a ser ajenas al deporte, puedan incidir, negativamente, en el desarrollo de las competiciones.
Evidentemente, no hace falta ser jurista para darse cuenta de que la frase de la pancarta no puede encuadrarse en ninguno de los supuestos expresamente señalados en el apartado 2.i) del precepto mencionado, puesto que ha de ser un mensaje ajeno al deporte, y en este caso la frase se dirige al Presidente de la LFP en una evidente crítica a su gestión (más directamente relacionado con el fútbol español imposible) y, además, ha de incidir negativamente en el desarrollo de la competición, lo cual, como cualquiera puede sospechar de su simple lectura, el que unos aficionados pidan a sus majestades los RRMM (ya esto da cuenta del tono cómico de la pancarta) que se lleven al Presidente de la LFP no incide ni positiva ni negativamente en el desarrollo ni del partido en la que la misma se exhibe ni, por supuesto, de la competición en la que se juega el referido encuentro.
Seamos serios. En la pancarta no hay ni insulto, ni incitación al odio, ni nada que pueda asemejarse a ello que pueda incardinarse, no ya en el precepto alegado, sino en el ámbito de la Ley 19/2007 en su conjunto, que expresamente prohíbe aquellas pancartas que inciten a la violencia o al terrorismo, o que incluyan mensajes de carácter racista, xenófobo o intolerante. ¿Acaso podemos incluir la controvertida pancarta de los Biris sevillistas en alguno de estos supuestos? Evidentemente, no.
Puede ser que, como a menudo pasa en nuestro fútbol - lamentablemente -, dentro de unas semanas los dirigentes se den cuenta de los procedimientos que han vulnerado y, a lo mejor, intenten dar un paso atrás. Pero así no son las cosas, no se puede matar moscas a cañonazos y hacer caso omiso a los eventuales daños colaterales que se puedan provocar. No se puede cuestionar la legalidad de una pancarta por el hecho de expresar un mensaje de mofa que lo único que refleja es el hartazgo de una parte de la afición sevillista - en un sano ejercicio del derecho de crítica - con la polémica forma de dirigir y de imponer su criterio Javier Tebas. Visto lo visto, es evidente que lo único que deja de manifiesto este requerimiento de la Comisión al Sevilla FC es la mal entendida libertad de expresión de gran parte de nuestros gobernantes deportivos. Son estas cosas las que hacen tambalear la confianza en los directivos de la LFP, esta particular forma de entender los valores del deporte y de olvidar que, por encima de todo, están los derechos y libertades, de los que, lógicamente, los aficionados no se desprenden cuando entran en un campo de fútbol. Y es que el hecho de ser altos dirigentes del deporte no les otorga el privilegio para definir cuáles son los principios inherentes de aquél ni tampoco para ignorar los derechos y libertades constitucionalmente reconocidos.
Es positivo que se inicie una corriente pedagógica para lograr mayor tolerancia y respeto en el ámbito del deporte, pero hay que ser realistas y no confundir ni interpretar hechos con (supuestas) voluntades.
A priori no da la impresión de resultar ofensiva. Más bien parece lo que es, una crítica, con cierta dosis de humor, sobre de la gestión del máximo mandatario de la LFP, en un sano ejercicio de crítica por parte de aficionados al fútbol.
Sucedió el pasado 3 de enero en el estadio Sánchez-Pizjuán. Apenas dos semanas después, la Comisión Permanente de la Comisión Estatal contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte, acuerda solicitar al Sevilla FC información acerca de la permanencia de dicha pancarta durante todo el partido y, lo que es más sorprendente, amparándose en la obligación establecida en el artículo 3.2.i) de la Ley 19/2007, es decir, la que persigue garantizar que los espectáculos no sean utilizados para difundir o transmitir mensajes o simbología que, pese a ser ajenas al deporte, puedan incidir, negativamente, en el desarrollo de las competiciones.
Evidentemente, no hace falta ser jurista para darse cuenta de que la frase de la pancarta no puede encuadrarse en ninguno de los supuestos expresamente señalados en el apartado 2.i) del precepto mencionado, puesto que ha de ser un mensaje ajeno al deporte, y en este caso la frase se dirige al Presidente de la LFP en una evidente crítica a su gestión (más directamente relacionado con el fútbol español imposible) y, además, ha de incidir negativamente en el desarrollo de la competición, lo cual, como cualquiera puede sospechar de su simple lectura, el que unos aficionados pidan a sus majestades los RRMM (ya esto da cuenta del tono cómico de la pancarta) que se lleven al Presidente de la LFP no incide ni positiva ni negativamente en el desarrollo ni del partido en la que la misma se exhibe ni, por supuesto, de la competición en la que se juega el referido encuentro.
Seamos serios. En la pancarta no hay ni insulto, ni incitación al odio, ni nada que pueda asemejarse a ello que pueda incardinarse, no ya en el precepto alegado, sino en el ámbito de la Ley 19/2007 en su conjunto, que expresamente prohíbe aquellas pancartas que inciten a la violencia o al terrorismo, o que incluyan mensajes de carácter racista, xenófobo o intolerante. ¿Acaso podemos incluir la controvertida pancarta de los Biris sevillistas en alguno de estos supuestos? Evidentemente, no.
Los Biris denuncian falta de libertad de expresión
Como era de esperar, tras el comunicado de la Comisión Permanente de la Comisión Estatal contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte, la reacción de este grupo de aficionados que exhibieron la pancarta no se ha hecho esperar, denunciando en las redes que "eso de la libertad de expresión no va con el 'dueño' de nuestro fútbol." Y ahí es, y no en otros supuestos que nos quieren hacer creer, donde reside realmente la controversia en toda esta historia, en la presunta vulneración del derecho a la libertad de expresión. Y es que cuando la masa ejerce como tal lo hace con todas sus consecuencias y es bastante difícil de controlar, lo cual vacía de contenido a este tipo de medidas porque es muy complicado vigilar a miles de aficionados para evitar que insulten cuando, además, ni siquiera se tiene claro cuándo es insulto y cuándo no, y el incidente al que nos venimos refiriendo da buena cuenta de ello.Puede ser que, como a menudo pasa en nuestro fútbol - lamentablemente -, dentro de unas semanas los dirigentes se den cuenta de los procedimientos que han vulnerado y, a lo mejor, intenten dar un paso atrás. Pero así no son las cosas, no se puede matar moscas a cañonazos y hacer caso omiso a los eventuales daños colaterales que se puedan provocar. No se puede cuestionar la legalidad de una pancarta por el hecho de expresar un mensaje de mofa que lo único que refleja es el hartazgo de una parte de la afición sevillista - en un sano ejercicio del derecho de crítica - con la polémica forma de dirigir y de imponer su criterio Javier Tebas. Visto lo visto, es evidente que lo único que deja de manifiesto este requerimiento de la Comisión al Sevilla FC es la mal entendida libertad de expresión de gran parte de nuestros gobernantes deportivos. Son estas cosas las que hacen tambalear la confianza en los directivos de la LFP, esta particular forma de entender los valores del deporte y de olvidar que, por encima de todo, están los derechos y libertades, de los que, lógicamente, los aficionados no se desprenden cuando entran en un campo de fútbol. Y es que el hecho de ser altos dirigentes del deporte no les otorga el privilegio para definir cuáles son los principios inherentes de aquél ni tampoco para ignorar los derechos y libertades constitucionalmente reconocidos.
Es positivo que se inicie una corriente pedagógica para lograr mayor tolerancia y respeto en el ámbito del deporte, pero hay que ser realistas y no confundir ni interpretar hechos con (supuestas) voluntades.
*Eva Cañizares Rivas es abogada y vicepresidenta de la Asociación Andaluza de Derecho Deportivo
*José Luis Pérez Triviño es profesor Titular de Filosofía del Derecho (Universidad Pompeu Fabra, Barcelona) y presidente de la Asociación Española de Filosofía del Deporte
http://www.elmundo.es/deportes/2015/01/20/54beb07122601d32298b456b.html
*José Luis Pérez Triviño es profesor Titular de Filosofía del Derecho (Universidad Pompeu Fabra, Barcelona) y presidente de la Asociación Española de Filosofía del Deporte
http://www.elmundo.es/deportes/2015/01/20/54beb07122601d32298b456b.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario