La primera imagen que vimos tan pronto como cruzamos la barrera del metro de Regents Park, en pleno Londres, fue la de tres policías inmovilizando a un hombre contra la pared que intentaba zafarse de todos ellos girándose con movimientos bruscos, gritando y dando codazos sin destino. “Fuck you!“, “Piss off!“. Lo tiraron al suelo entre cuatro o cinco ante la atenta mirada de todos los que pasaban por allí, lo bloquearon de pies y manos y se lo llevaron arrastrándolo. No sé qué pasó después. Iba mamado hasta las uñas de los pies. “We are Millwall!“, se le escuchó decir.
Entramos en el vagón.
Uno tarda muy poco en descubrir que el cántico más repetido entre los hinchas del Millwall consiste en gritar “Mill…” con todas tus fuerzas, como si estuvieras en la jungla colgado de una liana, para luego, cuando ya has acojonado a cualquiera que pasa por tu lado, terminar diciendo “…wall!” en un tono mucho más grave. Les sale muy fácil porque entre tono y tono se cepillan la lata de cerveza que llevan en la mano. Generan temor alrededor de todos ellos, quizás hasta se le puede llamar miedo. Se bajan del metro en masa, cada cual con más litros de alcohol entre pecho y espalda, y atraviesan el puente de Bobby Moore para ver, al fondo del largo paseo vigilado por policías a caballo, el regalo que su equipo les ha preparado: Wembley y la FA Cup.
Cuando te vas acercando al estadio, las hinchadas se dividen: una hacia la derecha, para ir hacia la zona de sus asientos, y la otra por la izquierda, exactamente para lo mismo. Es algo así como un tenso paseo de cinco minutos en el que las dos aficiones se van dedicando todo tipo de cantos mientras los niños, de la mano de sus padres con la camiseta y la bufanda de su equipo, miran con susto. Los más valientes hacen gestos con las manos, gritan como si se acabase el mundo y amenazan con saltarse la fila de policías que divide los dos caminos para encararse con sus oponentes.
Primero generan miedo, luego amenazan. El tercer paso es darse de palos porque ellos son del Millwall y tú no. O lo que sea con tal de enchufarse unos con otros.
La violencia en Inglaterra está a menos distancia que en otros países. Dicho de otra manera, la violencia es una opción que un inglés, en este caso un aficionado al fútbol, contempla con muchas más posibilidades de las que lo hace un español. Es la gran losa del fútbol británico, donde el Millwall ha sido siempre etiquetado como una de las hinchadas más agresivas. Y, claro, al final pasó lo que tenía que pasar. En los últimos minutos del partido, en el fondo del sector del Millwall, un gran número de aficionados cargó contra la policía en las gradas (y contra ellos mismos) con el resultado de 10 detenidos. Los vídeos muestran lo que sucedió.
Miedo, amenaza y violencia. La secuencia completa se produjo desde el momento en que cogimos el tren hasta que el árbitro pitó el final del partido.
Perdieron 2-0 y fueron peores pero quizás este resultado se me olvide dentro de treinta años. Lo de pasar algo de miedo por ir a un partido de fútbol, no creo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario