En la encrucijada
Agapito vive días decisivos en el ocaso de su gestión y con un terrible bloqueo económico en el club
Agapito Iglesias vive el momento más delicado de su negra etapa a las riendas de un barco zaragocista que hace tiempo navega a la deriva. Sin embargo, la sensación de naufragio institucional es ahora más latente que nunca. En lo deportivo, el equipo sobrevive, aunque sigue en descenso y necesitado de fichajes. En los despachos, el empresario soriano, en su imparable huida hacia delante, se ha esforzado en vivir estos días en la más absoluta soledad, declarada además a los cuatro vientos. Ha reconocido ofertas de compra, que las hay, y sigue agarrado al sillón, pero se encuentra en la encrucijada. Y ahí no puede permanecer mucho más tiempo. El Zaragoza vive así días vitales en su agonía.
Sin el apoyo de las instituciones, que sí ha tenido antes, diga él lo que diga, con los bancos cerrando un grifo que ha estado abierto, con la afición harta de su gestión, algo que se repitió el sábado, aun cuando el equipo ganaba, y con la plantilla esperando poder cobrar, Agapito necesita soluciones y, aunque no lo quiera, porque no le interesa, la Ley Concursal asoma como una posibilidad cada vez más cercana. Necesita dinero para pagar y, si es posible, para reforzar un equipo muy justo. Lo segundo será difícil, cada vez más. Dos semanas de mercado invernal ya lo han dejado claro. Restan otras dos, pero cualquier llegada va a estar supeditada a que Agapito pague lo que adeuda a la plantilla.
LAS DEUDAS La segunda parte de la ficha de la temporada pasada ha sido devuelta o no cobrada y ahora el máximo accionista debe entregar los pagarés de la primera mitad del curso actual, además de una pequeña cantidad en primas. En total, entre los dos periodos, unos 15 millones. Y la sombra de denuncias de exfutbolistas está ahí. Ya lo hizo López Vallejo y pueden llegar otras --Ayala, Arizmendi, Pavón...--. Agapito pidió, a través de Prieto el miércoles, diez días a la plantilla, pero el bloqueo económico que sufre el club no permite ser muy optimistas a los jugadores. Si después del partido ante el Depor se sigue sin solución, seguro que la plantilla apretará las tuercas...
En todo caso, la victoria frente al Levante, la profesionalidad mostrada y el hecho de estar con los mismos puntos que la línea de la salvación al terminar la primera vuelta han supuesto aire fresco. El equipo se agarra a la lucha por la permanencia y el bajo nivel de los rivales permite creer en esa esperanza, que aumentaría con los refuerzos. Si llegan, claro. Ese triunfo ante el Levante fue un rayo de luz entre las tinieblas, porque en el club se viven horas cruciales sin que Agapito logre encontrar una salida a la terrible crisis que su nefasta gestión, y solo ella, ha llevado a la entidad. Una deuda mastodóntica, la necesidad de afrontar pagos en febrero por valor de unos 17 millones o convertir esa deuda a largo plazo y una falta de liquidez que tiene a la entidad al borde del colapso. El panorama es desolador. Esa falta de liquidez tiene dos posibles soluciones rápidas: la ayuda pública o de las cajas o el traspaso de algún jugador --Obradovic, Lafita, Ander...--.
La época de Agapito en el club se consume, tiene fecha de caducidad. Y ha podido ya ponerle fin, porque ha tenido ofertas. Al margen del proyecto de la Fundación Zaragocista, un grupo de empresarios madrileños y aragoneses lleva tres meses negociando con él, pero es evidente que cualquier opción de entrar al club tendría que cerrarse antes del 31 de enero, para poder reforzar al equipo, o esperar a junio, donde quizá sea muy tarde.
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