miércoles, 30 de mayo de 2012

HUBO UN TIEMPO....

Hubo un tiempo en que nos enfrentábamos en Europa a la "crema" del fútbol continental. Hubo un tiempo que no nos conformábamos con no descender...para que a nadie se le olvide lo que hemos sido (y esperemos lleguemos a ser) os reproducimos este artículo extraído del blog http://modestino.blogspot.com.es/


El infierno del Real Zaragoza en Moenchengladbach

Corría el mes de noviembre de 1974 y el Real Zaragoza se encontraba en pleno esplendor de la época de los "Zaraguayos"; tras una temporada en la que la llegada de Nino Arrúa y Lobo Diarte, junto a la calidad y coraje de jugadores que ya estaban en la nómina del club como Violeta, Rico, Planas, García Castany o el meta Nieves, había llevado al equipo del león a la tercera plaza de la Liga, algo que no se recordaba por La Romareda desde los "Magníficos", el equipo lucía por los lugares altos de la tabla y en su vuelta a Europa se había desecho con contundencia y brillantez en las primeras eliminatorias de la Copa de la UEFA de modestos equipos europeos como el Vitoria de Setúbal y el Grassophers suizo. Para la tercera ronda el sorteo fue mucho más exigente y al equipo maño le tocó el hueso más duro de roer, los alemanes del Borussia Moenchengladbach, equipo titular de una ciudad del estado federal de Renania, en el Norte de Westfalia, con unos 200.000 habitantes y que por aquella época se había convertido en uno de los grandes del fútbol alemán. Como el Zaragoza vivía un momento dulce, entre la afición nos hicimos ilusiones de dar la campanada y conseguir pasar la eliminatoria frente a los alemanes: a la hora de la verdad el sueño se convirtió en pesadilla y los blanquillos recibieron uno de los mayores varapalos que le recuerdo.

El gran artífice del Borussia más brillante de la historia fue Hennes Weisweiler, un mister enérgico, trabajador y estudioso -aparece en la foto junto al meta Kieft y el extremo Jupp Heyckens- que supo descubrir valores en la cantera del club y convertir jugadores que nadie conocía, como los atacantes daneses Jensen y Simonssen y el interior de origen polaco Kulik, en primeras figuras. Al finalizar la temporada Werisweiler se iría al Barça, donde quiso meter en cintura a Johan Cruyff y acabó cesado antes de tiempo. En el Borussia militaban cuatro jugadores que habían sido campeones del Mundo ese mismo año con Alemania: el lateral derecho Berti Vogts, un "bajito" que había aburrido a Cruyff en la Final del Mundial, los centrocampistas Wimmer y Bonhof, quien con los años ficharía por el Valencia y el extremo izquierdo Jupp Heyckens, que entrenó al Real Madrid y al Athletic y ahora reverdece laureles en el Bayern de Munich. Como puntas de lanza figuraban dos daneses que también acabarían en el fútbol español: Allan Simonssen, un jugador bajísimo y con planta muy poco deportiva que era un fenómeno y jugó muchos años en el Barça y Henning Jensen, un ariete rápido y hábil que en 1976 engrosó las filas del Real Madrid. En el centro del campo destacaban también dos jugadores jóvenes y prometedores: Uli Stielike, un auténtico "panzer" que sería muchos años santo y seña del Madrid y Christian Kulik, un fino interior zurdo que no acabó de cuajar como la figura que prometía. Los defensas Wittkamp, Surau y Klinkhammer y los medios Danner, Koppel y Schaffer eran otros habituales del equipo teutón.

El encuentro se celebró un miércoles 27 de noviembre en el "Stadion Bökelberg" de Moenchengladbach; hacía un tiempo infernal, con una lluvia torrencial, un campo encharcado y un frío casi polar. Luis Cid Carriega, mister del Zaragoza sacó a su once de gala, pero Arrúa, Diarte, García Castany y compañía parecieron congelarse en el césped y en los primeros 45 minutos los alemanes barrieron literalmente a los blanquillos, llegándose al descanso con un humillante 4-0: Simonssen en dos ocasiones, Heyckens y Bonhof lograron los goles que echaron brutalmente por los suelos las esperanzas que teníamos los seguidores zaragocistas, unas esperanzas que se demostró no estaban justificadas. En la segunda parte el Borussia bajó el ritmo y el Zaragoza bastante hizo con sostenerse de pie y aguantar 45 minutos con las piernas paralizadas y el ánimo deprimido, aún así Heyckens hizo su segundo gol y cerró una "manita" que terminó con las ilusiones europeas del Zaragoza para esa temporada. Juan Luis Irazusta, que ocupaba en esa ocasión la portería maña, cuenta que se dirigió varias veces al banquillo aragonés con las dos palmas de las manos abiertas, queriendo indicar que había que marcar al número 10 del Borussia, que estaba haciendo lo que quería, entendiendo el mister gallego que solicitaba unos guantes ... una anécdota que demuestra hasta que punto había cundido la sorpresa y el desánimo en las huestes zaragozanas, que en esa ocasión no emularon, ni de lejos, a Agustina de Aragón.

Desde la llegada a Zaragoza, en octubre de 1973, del paraguayo Nino Arrúa, el Zaragoza había mantenido una racha de triunfos que nos había acostumbrado a sus aficionados a una época de "vino y rosas", la debacle en Moenchengladbach fue por eso aún más dura, ya que suponía sufrir un descalabro cuando todo iba sobre ruedas; me parece que en aquella ocasión pecamos de ingenuos, pues por muy bien que jugara el Zaragoza de entonces no hay más que ver la alineación alemana para darse cuenta de la enorme diferencia entre un equipo y otro. No obstante, ese año el Zaragoza mantuvo una buena trayectoria en la Liga y consiguió por única vez en su historia el subcampeonato. El Borussia siguió creciendo, el año 1976 ganó la Liga alemana y al año siguiente llegó a la Final de la Copa de Europa, que perdió por 3-1 frente al Liverpool de Keegan. Con los años su importancia en el fútbol alemán ha disminuido, e incluso ha descendido en dos ocasiones a 2ª División, drama que comparte con el Zaragoza. Ahora los de Moenchengladbach vuelven a asomar por la parte alta de la Bundesliga, mientras Zaragoza anda en fase de navegar por abajo ... esperemos que pronto se recupere como sus viejos verdugos de Westfalia.

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