lunes, 1 de febrero de 2010
SE SALVÓ UNA BOLA DE PARTIDO
Seis minutos mágicos
PACO GIMÉNEZ. Santa Cruz de Tenerife
Cuando el cronómetro del estadio dio paso al guarismo 75 (así se indica el tiempo de juego en el marcador luminoso del Heliodoro), el Real Zaragoza perdía 1-0 frente al Tenerife y olía, otra vez más, a disgusto. El cuadro chicharrero, muy justito para andar por Primera al estar conformado en un 99 por ciento por los mismos jugadores que ascendieron el año pasado de Segunda, parecía tener controlado a un Zaragoza lleno de espesura, como tantas otras tardes en los últimos meses.
Y ahí, en pleno alboroto en el equipo como consecuncia de los desesperados cambios de Gay en busca de una reacción postrera, llegó la jugada que hizo de mecha para que la victoria estallase de improviso, para alegría de todo el zaragocismo, en apenas seis minutos: los que fueron del 76 al 82 de este inolvidable partido.
Arizmendi, uno de los revulsivos del técnico, controló en el área un balón servido por Pennant. Encaró a Luna, le dibujó un regate hacia el fondo y el defensa, asustado, metió una pierna suicida que derribó al larguilucho punta madrileño. El árbitro dudó. Miró durante unos inacabables tres o cuatro segundos a su linier hasta que pitó el claro penalti. Y ahí comenzó a latir el corazón del Zaragoza, cuando el monitor de su pulso cardiaco comenzaba a dar síntomas, un día más, de que podía quedarse parado de mala manera en medio de la zozobra.
Suazo marcó la pena máxima, ya con el 76 en el reloj digital, y dio el primer paso a la eufórica fase del duelo en la que el equipo zaragocista revivió apelando a la épica. Con el Tenerife aún conmocionado por el 1-1, el Chupete sirvió un balón al hueco al debutante Colunga dos minutos después y el asturiano, con una tranquilidad soberbia, afrontó el mano a mano ante Aragoneses para superarle en una sutil vaselina y anotar el 1-2.
En apenas cien segundos, se había pasado del miedo a la alegría, de la preocupación máxima a la esperanza real. Quedaban 12 minutos y había que esperar el coletazo final de un Tenerife malherido. Para que la tarde terminase redonda, el Zaragoza no dio lugar a semejante reacción de los canarios gracias a un golazo de Lafita apenas cuatro minutos después de la obra de arte de Colunga. El canterano agarró un balón rechazado en el pico del área y lo golpeó con violencia según le venía a la pierna derecha. La pelota dibujó un obús que, tras dar en el palo, entró con honores en las redes tiñerfeñistas. La remontada estaba consumada, el ansiado triunfo (el cuarto de la temporada) rubricado en una reacción que debe de ser el punto de partida soñado por todos.
Mirar la clasificación anoche generaba vértigo si se contemplaba la hipótesis (feliz hipótesis, teniendo por fin un triunfo en las maletas) de lo que habría pasado si ese efervescente cuarto de hora final del Real Zaragoza en el Heliodoro no hubiese tenido lugar. El equipo sigue en puestos de descenso, pero ha cazado al Tenerife, le ha ganado el 'golaverage' y sigue a tiro de la zona de salvación. Los tres goles del epílogo del choque de ayer evitaron un panorama deprimente que, una vez eliminado, debe dar paso a tiempos de mejora y progresión de este remozado equipo.
Porque, pese a la grandísima importancia de esta victoria, no cabe lanzar las campanas al vuelo. Sería de necios a estas alturas de la película. Ayer, el equipo encontró un punto de luz en la recta final del combate con el Tenerife gracias a la clarividencia ofensiva en cuatro acciones de Arizmendi, Suazo, Colunga y Lafita. Pero, antes de esos aciertos (más oportunos que nunca, dadas las adversas condiciones en las que viene respirando el actual Real Zaragoza), se habían vuelto a ver 75 minutos llenos de carencias, dudas, imprecisiones y falta de solvencia para caminar por la Liga con pulso firme.
Ese último cuarto de hora es, en estos delicados días, oro molido. Este triunfo -y la forma de consumarlo- es un diamante en bruto de muchos kilates. Pero necesita una labor de pulimento ardua y laboriosa en los 18 partidos que restan a este torneo. Los primeros 75 minutos de ayer en Tenerife así lo dejaron patente. La primera mitad fue decepcionante. Como ya es habitual este año, incapaces de combinar una sola jugada de ataque. Siendo una máquina colectiva de perder balones. Mostrando blandura en las marcas defensivas y patrocinando ataques peligrosos a un rival, el Tenerife, que es de los más limitados de la categoría.
El 4-2-3-1 que dispuso Gay en el campo ofreció más sombras que destellos luminosos. Jarosik y Herrera, los dos medios centros, estuvieron muy deficientes. Ponzio sufrió como lateral zurdo ante Juanlu, su par, que estuvo acompañado por Alfaro en sus basculaciones. Pennant, volcado a la izquierda para que Eliseu pudiera entrar por la derecha, su banda preferida, no encontró nunca el perfil para dar sus buenos centros. Suazo mostró las dificultades que va a tener para generarse ocasiones de gol si no le apoyan.
Además, tras el descanso, el gol tempranero del Tenerife en un despiste mortal en la defensa, tiñó de negro la primera media hora de la segunda parte. Gay debió acudir a decisiones desesperadas en busca de una mutación que, por fortuna, esta vez sí se dio. La salida de Arizmendi, Colunga y Gabi al campo aportó detalles vitales para remontar. Pulido acabó de lateral derecho. Jarosik se retrasó como central junto al contundente Contini. Se acabó cerrando solo con tres atrás. Y, por fin, Gay conoció la victoria. Que sea en hora buena.
- Ficha técnica:
1. CD Tenerife: Sergio Aragoneses; Marc Bertrán, Manolo Martínez, Ezequiel Luna, Pablo Sicilia; Ricardo (Ángel, min. 79), Mikel Alonso; Juanlu (Dinei, min 85), Alfaro, Kome (Román Martínez, min. 60); y Nino.
3. Real Zaragoza: Carrizo; Diogo (Colunga, min. 58), Pulido, Contini, Ponzio (Arizmendi, min. 70); Ander Herrera, Jarosik; Eliseu (Gabi, min. 58), Pennant, Lafita; y Suazo.
Goles: 1-0. Min. 47: Juanlu, de remate raso, tras centro de Sicilia. 1-1. Min. 76: Suazo, de penalti. 1-2. Min. 78: Colunga, en jugada personal. 1-3, min. 83: Lafita, desde fuera del área.
Arbitro: Carlos Delgado Ferreiro (Comité Vasco). Amonestó a los locales Alfaro, Ricardo, Román Martínez, Ezequiel Luna y Sergio Aragoneses, y a los visitantes Diogo, Pulido y Arizmendi.
Incidencias: encuentro disputado en el Heliodoro Rodríguez López ante 19.198 espectadores, correspondiente a la vigésima jornada de Liga de Primera División. Se guardó un minuto de silencio en memoria del ex jugador blanquiazul Juan Martín Martín, fallecido recientemente.
Extraído de http://www.heraldo.es/noticias/deportes/seis_minutos_magicos.html
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