JOSÉ MIGUEL TAFALLA.
El Real Zaragoza gana de penalti, en la última jugada del encuentro, un partido que tenía perdido. Gabi fue el autor del tanto que significa el primer triunfo del equipo aragonés en la Liga. Agapito se emocionó en el palco y Gay se salvó de la destitución.
El Real Zaragoza gana de penalti, en la última jugada del encuentro, un partido que tenía perdido. Gabi fue el autor del tanto que significa el primer triunfo del equipo aragonés en la Liga. Agapito se emocionó en el palco y Gay se salvó de la destitución.
De dónde surgió la primera victoria del Real Zaragoza en Liga? ¿A quién podrían darse los méritos futbolísticos y los laureles? ¿De dónde salió este triunfo? Vino, sí, de alguna parte; pero resulta imposible explicarlo. No hay argumentos razonables que fundamenten un volteo del marcador como el presenciado ayer en La Romareda. Acaso cabría aplicar aquí también aquella vieja frase que afirma que el fútbol es así, una materia que de tanto en tanto se hace incomprensible a la luz de la razón, mágica, misteriosa, inescrutable, desprovista de lógica y usuaria de sus propias leyes.
José Aurelio Gay tuvo para sí durante casi toda la tarde de ayer que por la noche iba a caer la guillotina sobre su cuello. Agapito también se vio una vez más vestido del negro del verdugo. Pedro Herrera se dijo a sí mismo en varias ocasiones que una vez más había sido el más listo, por desaparecer del palco en día de cruda tormenta. Sin embargo, todos ellos -como todo el mundo- estaban equivocando el análisis. El tramo final de la contienda tenía escondido el milagro, el hecho por completo increíble: la llegada de la victoria cuando no se daba sobre el campo ningún indicio de triunfo salvífico.
A Agapito Iglesias se le llenaron los ojos de lágrimas al término del litigio deportivo, en el momento de certificar esta gloria de un Real Zaragoza agónico y doliente. A su lado, también lloraba el primogénito del agapitismo. Por el campo rompía en llanto Ander Herrera, que no había hecho nada del otro mundo para que las cosas fueran de otra manera. También se le escaparon lágrimas a Nayim, quien posiblemente sea el único creyente en asuntos relativos a milagros en el fútbol. Él fue protagonista directo del principal de la historia del club aragonés y ayer vivió muy de cerca el segundo. Es posible que 'Gigi' esté tocado por un algún don divino o al menos por alguna fuerza misteriosa que escapa a la comprensión del común de los mortales.
El Real Zaragoza ganó un partido que tenía perdido en el minuto 84 de la contienda, cuando ya no estaba Ángel Lafita sobre el terreno de La Romareda y Gay se había llevado una sonora pitada de la grada por esta decisión, cuando el equipo se desenvolvía sin patrón de juego y Jarosik percutía sobre el área rival como si se tratara de un delantero y no de un hombre de cierre, cuando el tiempo ya estaba consumido y el nefasto Paradas, árbitro del encuentro, tuvo a bien la gracia de conceder unos segundos más de choque antes de mandar a todo el mundo a la caseta y de ver un penalti.
En esos lances finales, cayó una escuadra, el Mallorca, que tiene en su haber infinito más fútbol que el Real Zaragoza. Llevó siempre el gobierno y el ritmo de las cosas y tomó ventaja cuando quiso y como quiso. El bloque de Laudrup, supervisado por Lorenzo Serra Ferrer y gestionado económicamente por una administración concursal, demostró que posee jugadores, entrenador, ideas, recursos tácticos y capacidades. Aun sin uno de sus futbolistas más determinantes, el Chori Castro, dejó ver que se trata de un conjunto bien armado y coherente, notable en sus prestaciones.
El Real Zaragoza, por su parte, fue en términos generales el de siempre, a ratos un poco mejor y a ratos un poco peor en sus incapacidades. La ceguera ante el gol, a causa de que no se cuenta con un delantero de área, es mayúscula. Así, en verdad, no se puede ir a ninguna parte en Primera División. Braulio hace muchas cosas bien, salvo la crucial: convertir en gol las ocasiones. Mientras tanto, la reaparición de Ander Herrera no significó nada de particular. No hubo mejor trato del balón, ni fluidez, ni combinaciones, ni superioridad. Sí que se contabilizaron desequilibrios tácticos.
De hecho, de esta primera victoria es muy complejo extraer alguna conclusión razonable para el futuro, salvo que Gay estaba muerto y ha resucitado. Los milagros, como se sabe sobradamente, no son una fórmula de triunfo sostenible en el tiempo. Ocurren una vez. No más. En todo caso, Gay tiene algo más de tiempo por delante y ha aplazado decisiones graves en el club. A su juicio, el equipo puede cambiar ahora de tendencia.
http://www.heraldo.es/noticias/deportes/el_milagro_ganar.html
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