martes, 21 de septiembre de 2010

EL ZARAGOZA DEL ESCUDO

MIGUEL GAY

El zaragocismo esperaba una reacción contundente en Santander tras el varapalo ante el Málaga. Pero no se produjo. ¿Conoce este vestuario diseñado a toda prisa y con retales las claves históricas del Real Zaragoza?.




Esperaba el zaragocismo una reacción contundente, airada, casi visceral del equipo el pasado domingo en El Sardinero. Arrastraba la formación blanquilla el varapalo del estreno en el estadio de La Romareda, en la presentación liguera en casa ante el Málaga, de ese maquillado 3-5 de diseño desastroso.

El espíritu de un equipo herido por semejante bofetada exige una reacción natural; surge espontánea la petición de un compromiso inmediato donde resarcirse. Y así había de afrontar el Real Zaragoza el partido en Santander. Así se anunció, además, durante la semana: Gay explicó que lo ocurrido resultaba incomprensible; Nayim respaldó al técnico y anunció un cambio absoluto de imagen; y las distintas voces del vestuario se alinearon para transmitir un mensaje clarificador y aparentemente convincente: el Racing iba a ser el rival que pagaría los platos rotos de semejante afrenta.

Cualquiera que conoce al Zaragoza, quien lo quiere, quien lo siente sabe que ni siquiera en la delicadísima situación que atraviesa la entidad puede permitirse que un equipo como el Málaga asalte La Romareda con cinco goles en media hora. Al margen de otras consideraciones deportivas, al zaragocista se le deshace el corazón. Al zaragocista de la historia, de la tradición y del escudo, el que se lleva sellado en el alma y que no se cambia por mucho que lo aconsejen las modas.

Así que no cabía duda de que la herida se aliviaría en Santander. Por eso, tal vez, resultó aún más sorprendente el comportamiento de la formación ante el conjunto cántabro.

Lejos de ese espíritu, de la rasmia, del empuje, del ánimo de revancha que se les presumía a los de José Aurelio Gay, el Zaragoza fue un equipo insípido, pobretón, desamparado, indiferente. No transmitió nada y cayó derrotado ante un Racing que, al menos, le puso entusiasmo al choque. Mucho más que ese Zaragoza ramplón y sin alma.

¿Por qué? A cualquier zaragocista le cuesta entenderlo. Pero, ¿lo entienden los futbolistas? ¿Qué arraigo tiene el grupo humano que maneja Gay; cuáles son sus referencias?

No se trata de poner en duda una profesionalidad que, como es natural, está garantizada en el conjunto aragonés. Pero la avalancha de nuevos jugadores que desconocen las señas de identidad del cuadro blanquillo, alejados también de las marcas de la propia Liga española, no facilita el despegue del equipo.

Son múltiples los planos en los que han de trabajar los técnicos en cualquier pretemporada. Es importante el acoplamiento a un esquema de juego -que precisa tiempo-, pero resulta fundamental también que los jugadores conozcan la idiosincrasia del club, su trayectoria, sus aspiraciones e historia. El cariño a una camiseta, a un escudo, a una tradición. Algo que es muy complicado en futbolistas que llegan del paro, fuera de plazo y con un escueto conocimiento del equipo que los ha fichado.

En este ámbito se sitúa, además, el compromiso. Que es, junto a la entrega e intensidad, un punto de partida. La 'pole position' de lo que se le pide al equipo en ese partido de enmienda que había de jugar en El Sardinero.

Pero en este Zaragoza conjuntado a base de retales, resulta muy complejo garantizar esa situación con futbolistas que aún no saben castellano -por ejemplo-, o que desconocen los entresijos de la competición española o que, recién llegados del paro, aún les cuesta asentarse en su nueva situación.

Es también el precio de tener que fichar deprisa y a última hora -o más allá de la hora-. Jugadores que ni siquiera se conocen entre sí, que no han convivido y a los que la conjura les suena tan a chino como las indicaciones de los entrenadores.Y a ello se une, sin duda, la falta de acierto y de forma física de futbolistas que deberían ejercer un liderazgo natural y que han puesto de relieve graves deficiencias.

Dice Lafita -uno de esos que tienen aprendidos los puntos de referencia- que el vestuario está 'jodido'. Y al menos a Sinama-Pongolle se le perciben pautas claras: "Estoy muy decepcionado. Tengo muy claro que nosotros, si queremos ganar partidos, tenemos que correr el doble o el triple que cualquier equipo". Gay, dolido y muy crítico con sus jugadores, lo resumía tras el duelo: "Teníamos que haber venido a jugar un partido mucho más intenso".Intensidad es, al menos, lo que se le pide al equipo. Al Real Zaragoza de verdad, al del escudo.

http://www.heraldo.es/noticias/deportes/el_zaragoza_del_escudo.html

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