EL REAL ZARAGOZA SUFRE, o se asemeja, a un presidente capaz de decir que está "ilusionado pese al último puesto" y que "sólo se ha perdido por un gol"..
27/09/2010 ALFONSO Hernández
27/09/2010 ALFONSO Hernández
El Real Zaragoza dejó anoche constancia en el Manzanares de que su hundimiento no es fruto de la casualidad. Porque no tiene fútbol ni delanteros y porque además carece de un representante que disponga de la mínima honorabilidad que exige vivir en la cúpula, ocupada por un Agapito Iglesias responsable de que el equipo se arrastre por la Liga sin jugar a nada, de que el club esté arruinado, de que la afición soporte semana a semana humillaciones deportivas de todo tipo. Ya tenemos bastante con ser últimos, con estar cuatro partidos de cinco sin marcar un gol y rubricar el peor arranque de temporada de los últimos 20 años como para que el presidente salga por televisión y nos haga sentir vergüenza ajena, universal diría. Este hombre, de verdad, no es digno del Real Zaragoza.
Acabado el encuentro, el periodista le pregunta por sus impresiones, y el máximo accionista, siempre incómodo frente a una alcachofa aunque sea una auténtica verdura lo que le ponen delante, suelta que está "ilusionado pese a ser últimos". Después remata en plancha y a placer. "Sólo hemos perdido por un gol". La contestación lo dice todo. El empresario sí que perdió el norte hace mucho tiempo, pero según avanza el Real Zaragoza hacia su defunción esquivando con hábil cintura política una Ley Concursal que era imprescindible, se nota que la brújula de Agapito Iglesias carece de puntos cardinales en la esfera.
Giran las agujas con el frenesí que les impone un personaje desorientado, sin asesor o amigo alguno que le diga lo que no tiene que decir, incapaz de enmudecer de repente por sí mismo justificándose en una rotura de cuerdas vocales por animar a su equipo o por una repentina faringitis a causa de los hielos del whisky que le han puesto en el palco.
En esa gloriosa comparecencia junto a Enrique Cerezo, el presidente del Atlético dijo un par de cosas sobre el partido y en cuanto abrió la boca Agapito, el dirigente rojiblanco fue nombrado miembro de la Real Academia Española de la Lengua. Ese, aunque también, no es el problema. Cada uno se expresa como buenamente puede o sabe, aunque viste bastante hacerlo lo mejor posible, y si es con coherencia ni te cuento.
Acabado el encuentro, el periodista le pregunta por sus impresiones, y el máximo accionista, siempre incómodo frente a una alcachofa aunque sea una auténtica verdura lo que le ponen delante, suelta que está "ilusionado pese a ser últimos". Después remata en plancha y a placer. "Sólo hemos perdido por un gol". La contestación lo dice todo. El empresario sí que perdió el norte hace mucho tiempo, pero según avanza el Real Zaragoza hacia su defunción esquivando con hábil cintura política una Ley Concursal que era imprescindible, se nota que la brújula de Agapito Iglesias carece de puntos cardinales en la esfera.
Giran las agujas con el frenesí que les impone un personaje desorientado, sin asesor o amigo alguno que le diga lo que no tiene que decir, incapaz de enmudecer de repente por sí mismo justificándose en una rotura de cuerdas vocales por animar a su equipo o por una repentina faringitis a causa de los hielos del whisky que le han puesto en el palco.
En esa gloriosa comparecencia junto a Enrique Cerezo, el presidente del Atlético dijo un par de cosas sobre el partido y en cuanto abrió la boca Agapito, el dirigente rojiblanco fue nombrado miembro de la Real Academia Española de la Lengua. Ese, aunque también, no es el problema. Cada uno se expresa como buenamente puede o sabe, aunque viste bastante hacerlo lo mejor posible, y si es con coherencia ni te cuento.
El mensaje
Lo peor es el fondo, o la superficie, porque no hay forma por donde coger sus manifestaciones. Dedujimos que intentó aparentar conscientemente una felicidad boba, de quien en la catástrofe prefiere enviar un mensaje de esperanza. Si quedaba alguien con un hilo de ella, hoy habrá que dragar el río para hallarlo.
Al final, como canta Enrique Bunbury, las consecuencias son inevitables, y el Real Zaragoza es la viva imagen de los movimientos en falso de Agapito. Listar todos sus desatinos nos llevaría a este punto de indefensión donde nos encontramos ahora mismo en un viaje circular imposible de evitar. Es como regresar todos los días al lugar del crimen después de haber dejado un reguero de cadáveres por el camino. No lo haremos una vez más. Con el tiempo y si hay justicia en este mundo, que la hay con bien sabe Manuel Ruiz de Lopera, todos los trapos sucios saldrán a la luz y temblará, por nombar a boleo un edifico con solidez arquitectónica, hasta el Pignatelli.
Mientras llega el día del juicio final, y pedimos a Dios que lo acelere por dios, Agapito se congratuló de haber perdido por la mínima. Así, tan ancho se quedó, solicitando tranquilidad a la población del Real Zaragoza mientras bajo sus pies sube un inconfundible olor a azufre.
El equipo es una prolongación de él, un disparate. En el Calderón juraría que no jugó el Zaragoza, sino el Agapito FC, un conjunto a imagen y semejanza de quien lo ha desmontado. Los chicos corrieron que es un primor, defendieron el 0-0 y también el 1-0 porque no es mal resultado para el partido de vuelta, pensaría el presidente. Pedirle que traiga un delantero, que se lo solicitan a gritos la evidencia, el técnico, la afición y la plantilla, es un peligro, porque es posible que cuando vaya a elegir una oveja del rebaño, se quede con el perro pastor (enseñanzas de la secretaría técnica, supongo).
Ilusionados... Sólo hemos perdido por un gol. Para mí que es un cachondo y no entedemos su humor mitad negro mitad bobo.
La felicidad boba de Agapito ( El Periódico de Aragón - 27/09/2010 )
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