lunes, 28 de febrero de 2011

LA ROMAREDA, SANTUARIO O VIEJO PANTEÓN

LA AFICIÓN TIENE LA PALABRA. Ella, con la colaboración del club para convertir el estadio en un volcán cada partido, es el único motivo para creer en la salvación..
28/02/2011 ALFONSO Hernández

Si soy sincero, he de reconocer que no sé de qué escribir. Sobre este Real Zaragoza me refiero. Me siento incapaz de insistir en reflexiones del juego que conducen con irremediable martilleo a la depresión o a dejarme seducir por estadísticas fatales, por números que crucifican al más optimista. Debe ser el agotamiento de un viaje circular con un único y desolador paisaje que se repite como una pesadilla monocolor cada fin de semana. Si vuelvo a ser sincero en este mismo párrafo, diré que ya me da igual Jarosik que N´Daw; Pintér que Jorge López; Ander que Lafita; Leo que Franco; Sinama que Pongolle porque aun reconociéndoles no se quién es quién. Es una amnesia selectiva por severa prescripción médica.
Tampoco me preocupa en estos momentos que Agapito Iglesias esté metiendo la muda en la maleta para salir de un club al que ha dejado en pelotas. Ahora intento buscar, no sin angustioso esfuerzo, una razón deportiva para seguir creyendo que el Real Zaragoza puede seguir en Primera División. No hallo respuestas verosímiles en la plantilla, ni en el entrenador, y qué decir del presidente. Aun así juro que he visto en La Romareda, como el replicante Roy Batty en Blade Runner, atacar naves en llamas más allá de Orión y rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser... No hay nada imposible siempre que una afición se lo proponga, y creo que el viejo estadio municipal tiene la última palabra en los seis partidos que restan por disputar en casa, el primero este miércoles ante el Athletic de Bilbao.
La salida más natural
Cargar con esta responsabilidad a una hinchada, por muy herida y desvinculada que se sienta de los personajes que hoy representan a la institución, no es la salida más fácil, sino la más natural pues sostiene la herencia pretérita y futura de generaciones de socios y seguidores que solo contemplan el club desde el cariño. Es una propiedad sentimental aunque en estos tiempos bandoleros hayan desvalijado su economía y deteriorado su prestigio en el exterior. Este equipo podrá luchar todo lo que quiera, pero reconozco de lejos un ejército sin armas, y éste está desprovisto de las convencionales.

Sin rodeos: La Romareda, con un calendario a domicilio muy poco simpático, será esta temporada el santuario de la permanencia o el panteón de un descenso traumático como ninguno de los anteriores. A esta hora, sin embargo, quien quede en el club con algo de vergüenza y sensibilidad debería involucrarse en reavivar esa llama con una campaña urgente para facilitar que el campo se convierta en ese volcán voraz, alegre e incondicional bajo cuyo fuego fueron sacrificados el Murcia, el Feyenoord, el Chelsea, el Barça, el Madrid... No sé si habrá que abrir las puertas de par en par, rebajar los precios hasta lo testimonial o entregar con cada entrada un certificado notarial asegurando que Agapito se irá en una semana. Que elijan el reclamo de motivación que consideren oportuno (imagino que con el último tendrían asegurado el lleno), pero que busquen esa alianza indispensable.
Los jugadores lo están dando todo, pero no es suficiente. Sin embargo, una Romareda a pleno pulmón puede redoblar su esfuerzo, acrecentar la motivación y, está demostrado, hasta pulir la puntería de los delanteros. Todos hemos visto campos que ganan partidos con una comunión con su equipo que trasciende lo humano. Si la afición acude al rescate del Zaragoza, es muy posible que lo salve. Si no, lo más seguro es que todo se pierda como lágrimas en la lluvia.

La Romareda, santuario o viejo panteón ( El Periódico de Aragón - 28/02/2011 )

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