El Real Zaragoza ha de recuperar su mejor cara y atar un triunfo ante el Mallorca que acerque la salvación.
Ni Gay ni los jugadores son capaces de explicar este titubeo bajo el prisma del fútbol. Prefieren inclinarse hacia las razones mentales. En parte, volviendo a Manzano, al Zaragoza le faltan muchas de esas cosas invisibles del Mallorca, mucho apetito y mucha convicción. Sudor y fe. Hasta el momento, al Zaragoza solo hay modo de tensarlo en la sala de urgencias y ante la oposición de un rival de aspecto aterrador. Si el Mallorca no atemoriza con el nombre, sí lo consigue con los números: 51 puntos. Por lo tanto, la necesidad y el enemigo deben devolverle al Zaragoza su versión más próspera. Recuperar el nervio del partido contra el Valencia, la fiabilidad defensiva del choque ante el Málaga, el equilibrio, el hambre y la intimidación que lo han sacado de lo más profundo de la ciénaga de la Liga en sus mejores tardes de los últimos tres meses construye una obligación. Solo de ese modo puede aventurarse una victoria del Zaragoza, un equipo donde no se entiende la permanencia sin un triunfo contra el Mallorca, especialmente, considerando el afilado tríptico de los próximos días: Mallorca, Athletic y Madrid.
Al Mallorca, por su parte, se hace complicado mirarlo. Su temporada es tan asombrosa que tratarla como milagro corre el riesgo de descontextualizarse. No hay que olvidar que lo entrena Manzano, un hombre con carné de psicólogo y, también, de creador de prodigios. ¿Recuerdan aquel Rayo que se salvó ganando las últimas cinco jornadas? Manzano se estrelló en el Atlético, pero ahora trabaja con el prototipo de plantilla a la que le extrae hasta el tuétano. El Mallorca es un carro blindado que percute a la velocidad de la luz y con la precisión de un francotirador. Ha hecho del Ono Estadi una fortaleza poco recomendable de visitar. Sin embargo, su actitud viajera es lo que abre una luz optimista a ojos de cualquier rival. El Zaragoza se mide a un equipo con tendencia a diluirse lejos de su hogar. Llega empapado de ánimo tras merendarse al Valencia. Juega por la 'Champions'. Pero cuando viaja, viaja mal. Fuera, apenas ha sumado 12 puntos.
Manzano, romántico del rombo, arma un equipo ordenado y vertical en el que Borja Valero pone sello a todos los balones. Es su faro y conector principal, ese tipo de futbolista que Gay no encuentra en su plantilla. Hoy, precisamente, regresa al Zaragoza Ander Herrera, al enganche, donde su juego sigue siendo más ruidoso que influyente. Él enlazará con Suazo y acompañará, como novedad en el once de Gay, a Pulido, que entra por el sancionado Diogo. El resto, el edificio habitual: Roberto guardará la portería, Contini y Jarosik tensarán el centro de la defensa, Ponzio repetirá en la izquierda, Edmilson y Gabi formarán el doble pivote, y Arizmendi y Eliseu estirarán las bandas. Ese es el equipo de la liberación del Zaragoza, el que mejores prestaciones le ha proporcionado, el que hoy debe cimentar la conquista de la salvación.
Extraído de http://www.heraldo.es/
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