lunes, 17 de mayo de 2010

LA TERCERA HUIDA

Agapito Iglesias diseñó ya dos revoluciones tras las dos últimas temporadas para introducir cambios sin que nada cambiase.



El caótico modelo de gestión de Agapito Iglesias solo le dio al empresario soriano un año de tregua después de arribar al Real Zaragoza en mayo del 2006. La primera temporada como máximo accionista, con Víctor Fernández como técnico (06-07), acabó con el equipo agarrando sobre la bocina el billete para la UEFA, en la última jornada y con tablas en el Colombino. Ahí no hizo falta que el dueño del club moviera fichas y empezara a huir hacia delante, generando cambios para que no cambie nada, para que la entidad siga siendo una nave a la deriva, sometida a los caprichos y al carácter impredecible de su gestor, proclive a bandazos, a perder la confianza en unos dirigentes para ganarla en otros.
El descenso de la temporada 07-08 ya trajo cambios, el curso pasado, con el ascenso en la mano, también y en éste, con una permanencia heroica gracias a una gran segunda vuelta, los traerá. Agapito no deja de huir...
El primer gran revés de su Zaragoza llegó con el descenso en mayo del 2008. Unos meses antes había arribado al club Javier Porquera para asumir el mando de la Dirección Corporativa, para, realmente, manejar todos los hilos económicos del club. El Infierno trajo el adiós del director deportivo Miguel Pardeza, el único que se fue por su propia voluntad tras esa catástrofe, y la llegada de Marcelino al banquillo. El técnico de Careñes llegó con la total confianza de Agapito y en ese momento solo le servía al empresario soriano su opinión. Cuanto se modificaría después la historia...
Agapito anunció cambios días después de que la Segunda División dibujara un durísimo panorama. Además de Marcelino, y su cuerpo técnico, llegaron Antonio Prieto, como adjunto a la Secretaría Técnica del omnipresente Pedro Herrera, Ernesto Bello, para tomar las riendas de la Ciudad Deportiva, Luis Sol, para ocuparse del área de Relaciones Externas y de Comunicación, y Óscar Luis Celada, como médico de la primera plantilla, sin que eso implicara que Jesús Villanueva se marchara. Al revés, se le liberó de atribuciones pero mantuvo su oscuro poder y una innata capacidad para la supervivencia.
El ascenso trajo la segunda revolución de Agapito. Para que nada cambiara, claro, solo simples ejercicios de prestidigitador. Marcelino ya había perdido la confianza del impredecible empresario soriano y Herrera parecía en una posición de debilidad con el nombramiento de Antonio Prieto como director deportivo. En teoría, pasaba de subordinado a estar por encima de Herrera. Nada más lejos de la realidad.
La revolución tras el ascenso fue enorme en la Ciudad Deportiva, donde Bello decidió hacerse notar. Llegó Gay para el filial y se marchó, con una despedida impropia para sus méritos, Manolo Villanova. Además, cambiaron muchos de los técnicos de las categorías inferiores y Cuartero asumió funciones de representación en la Fundación del Real Zaragoza. Pocas semanas después de su retirada, el exjugador ya dejaba claro que era un hombre de confianza para Agapito.
Un verano agitado, con desacuerdos en la política de fichajes entre Marcelino, Prieto y Herrera, desembocó el 7 de agosto en la llegada de Poschner a la Dirección General para completar la segunda revolución tras dos temporadas convulsas, la del descenso y la del ascenso. Ahora, llega la tercera.


La tercera huida ( El Periódico de Aragón - 17/05/2010 )

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