lunes, 10 de mayo de 2010

¿SEGURO QUE SE HA SALVADO EL ZARAGOZA?

EL EQUIPO LLEVA DIEZ AÑOS en permanente peligro o catástrofe. Preso de un modelo sin compromiso emocional ni profesional, su futuro sigue amenazado..
10/05/2010 ALFONSO Hernández





Deportivamente sí, se ha salvado y seguirá en Primera División porque, a falta de una jornada, es inalcanzable para los cinco últimos clasificados. Pero su futuro comenzó ayer y desprende el mismo tufo que los últimos diez años, una década que el club aragonés ha vivido en permanente peligro si no en absoluta catástrofe, sujeto a un modelo de directivas y mercenarios administrativos sin compromiso emocional con la entidad, objeto de propietarios que han buscado en el potente reflejo social de la institución una proyección personal y empresarial que lo han conducido a la ruina económica. La consecuencia de este ejercicio de irresponsabilidades compartidas y consentidas ha originado una terrible realidad: el Real Zaragoza no es nadie en la Liga, donde compite para sobrevivir.
En este proceso de deterioro progresivo y nada casual que está sufriendo en el siglo XXI, ha descendido en dos ocasiones y ha estado a punto de hacerlo en otras tres. Como en dos temporadas ha debido purgar sus penas en Segunda División, el Real Zaragoza tan solo ha sorteado la ansiedad, el siniestro total o la estresante lucha por ascender durante tres campañas, las dos últimas de Víctor Muñoz y la primera de Víctor Fernández, con quien se alcanzó una plaza para la UEFA en la única oportunidad que el equipo, como sexto, ha logrado situarse por encima de su posición histórica en la década, la novena. No es normal lo que está sucediendo, pero tiene su explicación en la figura más o menos reciente de Agapito Iglesias como culminación de cómo las SAD pueden destruir la identidad de un club si cae en manos equivocadas.
Agapito irrumpió como un Abramovich ibérico cuando tomó el relevo accionarial de Alfonso Soláns. Vistió a la plantilla con un traje elegante y caro y deslumbró a la afición al cumplir su promesa electoral de un inmediato regreso a Europa. Sin embargo, mantuvo la vieja y apolillada ropa interior en el nuevo proyecto, una estructura obsoleta en la mayoría de los estamentos, sobre todo en lo referente a la secretaría técnica, viciada por los procedimientos anacrónicos de un Pedro Herrera antipático con todo cambio que no refuerce su situación de sombra influyente pese a los fracasos que lleva acumulados.



Matrimonio indisoluble
Ese vínculo entre el caprichoso y más tarde surrealista empresario y Herrera es indisoluble, lo que convierte cualquier sugerencia de necesaria reconstrucción o modernidad en una utopía pese a que aún estén de cuerpo presente los apuros de este curso para conseguir la permanencia. El Real Zaragoza, que ha sufrido la intromisión del insaciable y en este caso muy torpe hocico político, resulta irreconocible. Lo han desfigurado de tal forma que cualquier cirujano deportivo propondría una urgente y profunda intervención aunque ese paso por el quirófano implicara un doloroso parto, un volver a empezar con sensatez, paciencia y profesionales creíbles. La afición reclama un mensaje directo y sincero para saber a qué atenerse, no una proclama de sensacionalismo, y una fórmula ilusionante que no tiene por que ser a golpe de talonario ni de éxitos a corto plazo, sino fruto de un equilibrio en el que la cantera ha de tener su justo protagonismo sin alzar banderas patrióticas, pero sí enarbolando la formación como mucho más que un trámite incómodo.
En ese nuevo marco no entrarían el director general, Gerhard Poschner, ni el director deportivo, Antonio Prieto. Su trabajo habla por ellos, y no muy bien por cierto. Herrera, además, se lo recordará puntualmente a Agapito entre los pasillos de palacio. La cuestión no es cortar cabezas aunque alguna sea de serpiente. El argumento progresista ha desarrollarse con inteligencia, sin duda aprendiendo de esta década que el sábado se cerró en Chapín con una nueva permanencia al límite.
Me temo que el Real Zaragoza va a ser víctima del continuismo, del regocijo de los desmañados por presentar la salvación como una conquista cuando era una meta y perpetuarse así en el club. No, no está salvado el Real Zaragoza de la amenaza de un futuro pilotado por los mismos que lo conducen de un accidente a otro por los caminos comarcales de la Liga de la mediocridad.
¿Seguro que se ha salvado el Zaragoza? ( El Periódico de Aragón - 10/05/2010 )

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