martes, 5 de enero de 2010
A VER QUE NOS TRAEN LOS REYES
Los tres pobres reyes
04/01/2010 ALFONSO HERNÁNDEZ
Quién les iba a decir a Poschner, Herrera y Prieto que iban a representar por estas fechas a los tres reyes magos en el belén que ha montado Agapito Iglesias. No es que sean muy fiables, más bien poco, pero el propietario se ha encariñado con ellos y nos lo mueve ni dios del nacimiento. En verano le dieron a Marcelino dromedarios en lugar de camellos y, ahora, en el incierto ferial de enero tienen que buscar oro, incienso y mirra para Gay y Nayim. Llevan encima un cargamento de cartas, escritas con tinta experta y novata, con el grito de la afición, y todas coinciden en que para salvar al Real Zaragoza son necesarios defensas, centrocampistas y delanteros. Un equipo nuevo para sustituir a este juguete roto en tan solo cuatro meses porque lo compraron sin piezas fundamentales.
Pese a su mala visión para el negocio de la elección, no estaría de más que atendieran a la letra pequeña de una situación que por un lado exige aceleración máxima y por otro pide mesura sin pausa para acertar. Son los reyes de la casa para Agapito, pero no tienen ni un euro, lo que dificulta aún más su capacidad de maniobra. Si traen gente joven puede que su ilusión y frescura se diluyan en una coyuntura que da prioridad a la experiencia. Si fichan mercenarios que peinan canas, es posible que no alcancen a dar la talla de ambición que pide el crítico momento. Serán, en cualquier caso, futbolistas de segundo plato, jugadores que no cuentan en sus clubs, algunos posiblemente víctimas del desengaño y otros faltos de ritmo competitivo. De una forma u otra, quienes vengan lo han de hacer para diferenciar no para acompañar. Tampoco lo tienen tan complicado.
Es el último intento para este curioso trío que ha pasado por debajo del listón en sus anteriores responsabilidades, y lo triste es que también lo es para el Real Zaragoza porque de su ojo de lince tuerto depende seguramente la vida de la institución. Ojalá encuentren petróleo en la roca muerta, agua en el desierto milenario y un trébol de cuatro hojas. No nos queda más remedio que fiarnos de su pobre magia. Además son fechas para confiar en los milagros y nunca fuimos tan creyentes.
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