lunes, 18 de enero de 2010

La afición estalla con fuerza

La afición estalla con fuerza
La gente despidió con gritos y pitos al equipo y luego cerca de 200 aficionados cargaron contra los jugadores zaragocistas en los aledaños de La Romareda.


Los aficionados de La Romareda despidieron ayer a los futbolistas del Real Zaragoza con pitos, gritos de "fuera, fuera" y algunos pañuelos tras el empate cosechado contra el Xerez. Pero poco antes de finalizar el partido contra el colista ya se habían escuchado gritos de "jugadores mercenarios y que vergüenza dan" o "esa camiseta no la merecéis". Entonces, hubo incluso algún recado para Agapito Iglesias, presidente y propietario del club, a quien desde algunos sectores le dijeron "Agapito vende ya" como desaprobación por su gestión al frente de la entidad zaragocista.
Después del encuentro, lejos de calmarse los ánimos todavía se encendieron más y cerca de 200 seguidores zaragocistas se colocaron junto a las vallas situadas en los aledaños de los vestuarios de La Romareda para increpar a los pupilos de José Aurelio Gay. De nuevo se volvieron a escuchar con fuerza los gritos de "jugadores mercenarios", pero esta vez acompañados de algunos insultos. El aumento de la tensión hizo que un furgón policial se colocará dentro de la zona cercana a los vestuarios y que se reforzarán las medidas de seguridad para impedir que se produjera cualquier tipo de incidente.
Citas irónicas
Los aficionados que permanecieron en los aledaños de La Romareda tuvieron hasta tiempo para la ironía y en un momento determinado corearon eso de "campeones, campeones". Además, cuando Humberto Suazo abandonaba el estadio le dedicaron un "Paquirrín, Paquirrín", con palmas incluidas, por su parecido con el hijo de Isabel Pantoja. Peor lo debió pasar Marko Babic a quien le despidieron diciéndole: "qué malo que eres".
A Juan Pablo Carrizo le llamaron "paquete" y el portero les hizo algún desplante antes de montarse en su coche. Quizás por eso luego cuando se iba le gritaron "Carrizo muérete, Carrizo muérete". Hasta Lafita tuvo que escucharse: "A ver si le echas más sangre". La mejor parte se la llevó Leo Ponzio, que fue el último en irse de La Romareda. El argentino salió entre aplausos.

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