Ibrahima deja a un intenso y enérgico Zaragoza sin una victoria para la que hizo todos los méritos.
08/03/2010 SANTIAGO VALERO
El fútbol no fue justo con un Real Zaragoza enérgico e intenso, con un equipo lleno de fe y concentrado, con un bloque homogéneo que fue superior y que mereció ganar a un Atlético reducido a poco, a las cabalgadas de un Reyes que acabó desquiciado y expulsado, y que vio de lejos casi toda la noche a Roberto. Los rojiblancos empataron en la única ocasión que tuvieron, cuando el partido, duro y mal arbitrado, agonizaba y la victoria parecía cerrada para un equipo en el que su pecado fue no sentenciar, echarse atrás y regalar la pelota en los últimos minutos para defender su renta. En lo demás, sobre todo en la presión y en la ubicación, rayó la perfección. Por eso el golpe de Ibrahima sobre la bocina fue injusto y duro por la crueldad de la recompensa obtenido. Sí, el empate no es malo, pero la victoria era mucho mejor.
El Zaragoza pudo dar un paso de gigante hacia la permanencia y solo dio un pasito, aunque debe quedarse con estar un poco más lejos del descenso, ahora a cinco puntos por las derrotas de Valladolid y Tenerife. Pero, al margen de los números, el equipo desprendió unas sensaciones muy buenas. A este nivel, al de las victorias ante el Getafe o el Sevilla, es imposible que este Zaragoza dé con sus huesos en Segunda División. Ahora, además, su reacción está más consolidada, el equipo se siente más seguro, con una línea clara y apoyado en la solidaridad y el esfuerzo. Sí, aún habrá que sufrir mucho por no bajar, pero por encima del trágico final el Zaragoza se sostiene sobre una base regular y cada vez más firme. Con eso hay que quedarse y no con la cara de tonto por el gol de Ibrahima, aunque también den ganas de eso, la verdad.
Desde el inicio el Zaragoza se asentó bien sobre el césped. Sobrio atrás, dominaba en la medular, donde Gabi mandó siempre bien secundado por Edmilson, y se afilaba en la presión, que se iniciaba en Suazo y continuaba en el compromiso de Eliseu, en su mejor partido, Ander y Arizmendi. Ese trabajo del bloque no permitía que el Atlético pudiera pensar en acercarse a Roberto, en una noche casi vacacional para el portero ante su equipo. Solo la estropeó al final Ibrahima.
El plan de Gay, que ha dado en el 4-2-3-1 con Ander como enganche con el esquema ideal para el actual Zaragoza, salió perfecto para contener al Atlético. Las ayudas y la solidaridad para anular a Simao, Forlán y Agüero fueron constantes y el Zaragoza fue duro e intenso cuando debió. Teixeira, además, se lo permitió, sobre todo a la hora de frenar a Reyes, que fue el único quebradero de cabeza para el equipo aragonés. Ponzio tuvo que emplearse a fondo con el de Utrera. Y lo hizo...
Para que no faltara de nada, el Zaragoza se adelantó, como en Getafe, nada más empezar. Esa sensación que no había vivido en todo el curso, ya la experimenta y es otro motivo para la celebración, porque habla de un equipo que sale enchufado desde el inicio. En la primera vuelta salía casi siempre dormido, por cierto. Marcó gracias a una estrategia otra vez valiosa. Jarosik se anticipó a Ujfalusi y cabeceó perfecto un córner de Gabi. Un disparo fuerte del madrileño, tras una gran jugada de Suazo, y un flojo remate del chileno fueron las mejores ocasiones en una primera parte de color solo zaragocista y donde el Atlético no tuvo ni un acercamiento al área de Roberto.
08/03/2010 SANTIAGO VALERO
El fútbol no fue justo con un Real Zaragoza enérgico e intenso, con un equipo lleno de fe y concentrado, con un bloque homogéneo que fue superior y que mereció ganar a un Atlético reducido a poco, a las cabalgadas de un Reyes que acabó desquiciado y expulsado, y que vio de lejos casi toda la noche a Roberto. Los rojiblancos empataron en la única ocasión que tuvieron, cuando el partido, duro y mal arbitrado, agonizaba y la victoria parecía cerrada para un equipo en el que su pecado fue no sentenciar, echarse atrás y regalar la pelota en los últimos minutos para defender su renta. En lo demás, sobre todo en la presión y en la ubicación, rayó la perfección. Por eso el golpe de Ibrahima sobre la bocina fue injusto y duro por la crueldad de la recompensa obtenido. Sí, el empate no es malo, pero la victoria era mucho mejor.
El Zaragoza pudo dar un paso de gigante hacia la permanencia y solo dio un pasito, aunque debe quedarse con estar un poco más lejos del descenso, ahora a cinco puntos por las derrotas de Valladolid y Tenerife. Pero, al margen de los números, el equipo desprendió unas sensaciones muy buenas. A este nivel, al de las victorias ante el Getafe o el Sevilla, es imposible que este Zaragoza dé con sus huesos en Segunda División. Ahora, además, su reacción está más consolidada, el equipo se siente más seguro, con una línea clara y apoyado en la solidaridad y el esfuerzo. Sí, aún habrá que sufrir mucho por no bajar, pero por encima del trágico final el Zaragoza se sostiene sobre una base regular y cada vez más firme. Con eso hay que quedarse y no con la cara de tonto por el gol de Ibrahima, aunque también den ganas de eso, la verdad.
Desde el inicio el Zaragoza se asentó bien sobre el césped. Sobrio atrás, dominaba en la medular, donde Gabi mandó siempre bien secundado por Edmilson, y se afilaba en la presión, que se iniciaba en Suazo y continuaba en el compromiso de Eliseu, en su mejor partido, Ander y Arizmendi. Ese trabajo del bloque no permitía que el Atlético pudiera pensar en acercarse a Roberto, en una noche casi vacacional para el portero ante su equipo. Solo la estropeó al final Ibrahima.
El plan de Gay, que ha dado en el 4-2-3-1 con Ander como enganche con el esquema ideal para el actual Zaragoza, salió perfecto para contener al Atlético. Las ayudas y la solidaridad para anular a Simao, Forlán y Agüero fueron constantes y el Zaragoza fue duro e intenso cuando debió. Teixeira, además, se lo permitió, sobre todo a la hora de frenar a Reyes, que fue el único quebradero de cabeza para el equipo aragonés. Ponzio tuvo que emplearse a fondo con el de Utrera. Y lo hizo...
Para que no faltara de nada, el Zaragoza se adelantó, como en Getafe, nada más empezar. Esa sensación que no había vivido en todo el curso, ya la experimenta y es otro motivo para la celebración, porque habla de un equipo que sale enchufado desde el inicio. En la primera vuelta salía casi siempre dormido, por cierto. Marcó gracias a una estrategia otra vez valiosa. Jarosik se anticipó a Ujfalusi y cabeceó perfecto un córner de Gabi. Un disparo fuerte del madrileño, tras una gran jugada de Suazo, y un flojo remate del chileno fueron las mejores ocasiones en una primera parte de color solo zaragocista y donde el Atlético no tuvo ni un acercamiento al área de Roberto.
La segunda parte comenzó con idénticas sensaciones y con cada vez mayor dureza por ambos equipos. El Zaragoza mantenía una intensidad que es un billete seguro hacia la continuidad en la élite. Mientras Teixeira era un carrusel en sus decisiones y fallaba en el reparto de tarjetas, Reyes se iba marchando mentalmente a base de faltas del partido. Un codazo a Eliseu lo terminó de sacar físicamente. El utrerano sigue teniendo cosas que dejan que su fútbol, a veces excelso, no sea protagonista. A Forlán y a Simao los había sacado Quique ya desesperados por casi no tocar el balón. La victoria, por superioridad, parecía hecha, pero el Zaragoza no metió otra velocidad más y permitió que el Atlético tuviera, con diez, la pelota, gracias a Jurado, sobre todo, y a Salvio, y viera más de cerca a Roberto. Por ahí llegó un injusto empate, cuando Ibrahima cabeceó a la red un envío de Jurado. Ese gol fue un mazazo, pero no puede tapar un partido convincente y serio, aunque sí lo oscurece, claro que lo oscurece.
Cruel recompensa ( El Periódico de Aragón - 08/03/2010 )
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